VIVIR PENTECOSTÉS ...
es pedirle a Dios, que nos ayude a construir la gran familia de la Iglesia;
es orar a Dios, para sacar de cada uno lo mejor de nosotros mismos;
es leer la Palabra y pensar: “esto lo dice Jesús para mí”;
es leer la Palabra y pensar: “esto lo dice Jesús para mí”;
es comer la Eucaristía y sentir el milagro de la presencia real de Cristo;
es rezar, y palpar –con escalofríos- el rostro de un Dios que nos ama.
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS INVISIBLE!
El Dios que camina hasta el día en que nos llame a su presencia.
El Dios que nos da nuevos bríos e ilusiones.
El Dios que nos levanta, cuando caemos.
El Dios que nos une, cuando estamos dispersos.
El Dios que nos atrae, cuando nos divorciamos de Él.
El Dios que nos da nuevos bríos e ilusiones.
El Dios que nos levanta, cuando caemos.
El Dios que nos une, cuando estamos dispersos.
El Dios que nos atrae, cuando nos divorciamos de Él.
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS DE LA BRISA!
El Dios que nos rodea con su silencio.
El Dios que nos indica con su consejo.
El Dios que nos alza con su fortaleza.
El Dios que nos hace grandes con su sabiduría.
El Dios que nos hace felices con su entendimiento.
El Dios que nos hace reflexivos con su santo temor.
El Dios que nos hace comprometidos, con el don de piedad.
El Dios que nos hace expertos, por el don de la ciencia.
El Dios que nos indica con su consejo.
El Dios que nos alza con su fortaleza.
El Dios que nos hace grandes con su sabiduría.
El Dios que nos hace felices con su entendimiento.
El Dios que nos hace reflexivos con su santo temor.
El Dios que nos hace comprometidos, con el don de piedad.
El Dios que nos hace expertos, por el don de la ciencia.
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