Actualidad del SP

Elementos de Actualidad
en el Sistema Preventivo de Don Bosco

por Don Francesco Motto


Las modalidades innovadoras previstas por los organizadores de estas jornadas me eximen de exponeros una reflexión articulada sobre el tema que se me ha pedido (con abundante aparato bibliográfico), como es costumbre en los encuentros en los que un argumento es analizado bajo diversos puntos de vista por los diversos ponentes. Así sucedió, por ejemplo, en la semana XVIII de espiritualidad de la Familia Salesiana (1995), que estudió expresamente El sistema preventivo hacia el tercer milenio.


En este caso, en cambio, se me ha pedido simplemente presentar algunos "Elementos de actualidad en el Sistema Preventivo" (=SP), con el fin de ofrecer a los oyentes la posibilidad de un diálogo-confronto entre ellos y el contexto juvenil actual en que vivimos, entre ellos y las "propuestas-provocaciones" presentadas en esta misma sede.


Con la adopción de este método de trabajo podríamos también decir que estamos en sintonía con Don Bosco (=DB) desde el momento en que su "sistema" educativo, fundado sobre algunos principios generales, ha sido puesto en práctica, evaluado y perfeccionado en lo que ha sido definido el "laboratorio pedagógico" de Turín-Valdocco.


En el espacio de tiempo que se me ha concedido me limitaré a enunciar de forma rapsódica –es decir, sin una evidente y estrecha conexión lógico-lineal entre los diversos puntos – algunos "principios" pedagógicos, expresos e intencionales, del SP. De ellos indicaré, ante todo, la dimensión histórica y luego las posibilidades y las condiciones de actualización de los mismos, con el fin de indicar un camino de superación de las modalidades de actuación donbosquianas ya no de acuerdo con los tiempos.


Es evidente que, en el vasto panorama de Sistemas Preventivos antiguos y modernos –el Diccionario de ciencias de la educación presenta hasta 42 voces bajo la palabra "educación"- nos referiremos sólo al SP de DB, es decir, el pensado, practicado y propuesto por nuestro padre y fundador.


Premisa: SP actual porque está actualizado


Pero antes de seguir es necesario hacer alguna precisación más. Si es verdad que la historia –la ciencia que ayuda a comprender el pasado- no da recetas para el futuro (la historia no es proyecto), es igualmente verdad que la actualización –en cuanto comprensión del pasado en función de una puesta en práctica en el presente y de una proyección en el futuro- no puede cambiarse por invención, es decir, sin una conexión con la historia (la actualización no es creación ex novo).


Ahora bien, como es sabido, el SP de DB está definitivamente "fechado", en cuanto que está adecuado y conforme a un mundo que ya no existe; pero es siempre actual y vital, no porque así se afirma con frecuencia o se escribe en todas partes, sino únicamente porque está actualizado seriamente (renovado, "traducido", decodificado, inculturado, profundizado, repensado, integrado, actualizado...) a la luz de las problemáticas educativas modernas, obviamente desconocidas por Don Bosco.


Esto podrá suceder si se cumplen cuatro condiciones, dos positivas y dos negativas:


1. si el SP es acogido en su significado "histórico" en relación a sus tiempos e indefinidamente "historizado", teniendo presente que el significado que nosotros, hijos del siglo XX, damos al léxico donbosquiano del 800 no es con casi plena certeza el que daban y percibían DB, sus jóvenes y sus contemporáneos;


2. si se tienen en cuenta los progresos de las ciencias que están relacionadas con él y, sobre todo, tantas revoluciones que han cambiado el mundo y, con él, a los jóvenes;


3. si no será ideologizado, o sea, traducido a esquemas que absoluticen un aspecto como si fuese el todo: el SP es espiritualidad, pastoral, catequética, asistencia social, actividad lúdica, pedagogía, asistencia educativa y muchas otras cosas;


4. si no habrá demasiados "actualizadores" que lo "inventan" según su propio uso y consumo, acaso sobre la base de lecturas biográficas y bibliográficas ya superadísimas, o también de la cansada repetición de simples fórmulas y frases, acaso mal entendidas.


En síntesis, anticipando cuanto iré diciendo, se tratará, por parte de los educadores en acción y de los estudiosos, de desarrollar las grandes virtualidades del SP, de modernizar los principios, los conceptos, las orientaciones primigenias, de reinterpretar en el plano teórico y práctico, tanto las grandes ideas de fondo del SP que todos conocemos (la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas; la fe viva, la esperanza firme, la caridad teológico-pastoral; el buen cristiano y el honrado ciudadano; la alegría, el estudio y la piedad; las tres S; la piedad, moralidad, cultura, educación; la evangelización y civilización...), como las grandes orientaciones de método (hacerse amar antes de –si quieres, mejor que- hacerse temer; razón, religión, cariño; padre, hermano, amigo; familiaridad sobre todo en el recreo; ganarse el corazón; el educador consagrado al bien de sus alumnos; amplia librtad de saltar, correr, gritar a gusto...). Y todo esto para jóvenes "nuevos", llamados a vivir en una vastísima e inédita escala de situaciones y problemas, en tiempos completamente cambiados en los que las mismas ciencias humanas están en fase de reflexión crítica.


1. Educación preventiva en versión doble


Para las tres primeras ideas-fuerza partimos de cuanto escribe Don Bosco en una carta inédita de 1846 al alcalde y a las autoridades municipales de Turín:


"En estos tres lugares (de Turín) por medio de instrucciones, escuelas y recreos se inculcan constantemente las buenas costumbres, el amor al trabajo, el respeto a las autoridades y a las leyes según los principios de Nuestra Santa Religión Católica: hay escuelas dominicales sobre los principios de la lengua italiana, aritmética y sistema métrico (...). Se ha tenido que abrir un Internado para acoger de 25 a 30 jóvenes de los más abandonados y necesitados. Hasta ahora, todo se ha venido haciendo gracias a las ayudas de algunas personas Eclesiásticas y Seglares solícitas y caritativas (...), tendiendo dicha obra únicamente a impedir que la juventud quede apresada por el ocio, el desorden y la irreligión" ("Ricerche Storiche Salesiane", 43, 2003, n. 2 pp. 343-344).


El ser y el obrar de DB desde el principio manifiestan características asistenciales, sociales y pedagógicas. Para DB el presupuesto para un trabajo educativo verdadero y propio es la solicitud para satisfacer las necesidades fundamentales de los jóvenes: comida, vestido, alojamiento, seguridad, trabajo, desarrollo físico y psíquico, inserción social, un mínimo de valores, etc. Viene luego –pero los dos momentos no son cronológicamente separables- la educación verdadera y propia del joven, orientada a la promoción y a la expansión de la dimensión congnoscitiva, afectiva y ética: competencia decisional, capacidad de responsabilidad moral y civil, indispensable cultura de base y profesional, consciente y coherente compromiso religioso, etc.


Así, pues, el SP se articula en dos operaciones distintas: una asistencia que provee a las necesidades humanas primarias en el tentativo de prevenir los posibles peligros de malestar y toda forma de marginación humana cultural y social; y una prevención propiamente educativa (o también reeducativa) para una maduración social, moral y religiosa del joven.


Semejante discurso parece hoy todavía actual, considerando cómo, en consecuencia de las profundas transformaciones sucedidas en la sociedad, está en acto una decidida recuperación de los valores asistenciales y sociales del SP, como también de los valores propios de la esfera afectiva, emotiva, narural y sobrenatural.


Respecto a DB, han cambiado lógicamente las condiciones de su práctica y las versiones en que el SP se ha realizado. La intención pedagógica de DB se ha traducido en una variedad de iniciativas diversas de las actuales (o, de todos modos, concebidas de modo diverso de hoy) y en aplicaciones que han requerido metodologías adecuadas a la diversidad de las mismas; pero siempre dentro de una sociedad fundamentalmente homogénea o tenida por tal, por lo que resulta demasiado arduo el transplantar el mismo sistema a mundos heterogéneos.


Hoy el compromiso educativo se extiende cada vez más y los deberes del educador son cada vez más difíciles de cumplir y verificar. Si en otros tiempos había casi sólo el patio, la iglesia, el taller y la escuela, hoy estamos en presencia de diversos tipos de escuelas, de institutos educativos y terapéuticos, de comunidades de acogida para muchachos y jóvenes en dificultad, de centros de prevención contra la tóxicodependencia, de consultores, de intervenciones humanitarias para los jóvenes que viven en la calle, de campos para prófugos con gran número de muchachos y jóvenes, de centros de acogida para inmigrantes... Y todo esto dentro de una sociedad compleja y cosmopolita.


2. El espacio cada vez más "abierto" para una educación preventiva


DB llevó a la práctica su proyecto por medio de la cooperación de vastos círculos de personas. En la utopía de un movimiento vasto como el mundo soñó con la colaboración y la complementariedad de todos los católicos militantes y de todos los hombres de buena voluntad interesados por el futuro de la humanidad. Pero concretamente su experiencia se vivió en su mayor parte en un instituto: un sistema "institucional" cerrado, separado, apolítico, autónomo, donde todo se realizaba dentro de un preciso espacio educativo autosuficiente, donde los maestros oficialmente reconocidos eran DB y sus "hijos" y donde estaba vigente una única y simple cultura: la católica de la clase popular, cuya única aspiración era proveerse de medios suficientes de vida terrena, en espera del premio celestial para dicha vida.


Hoy, para poder practicar el SP, parece, en cambio, necesario la máxima implicación, con relativa responsabilidad moral, de todos los "agentes" de educación, deseando que fueran todos los adultos que, por diversos títulos, inciden en la educación de los jóvenes y sobre su capacidad de hacer opciones existenciales: padres, profesores, educadores, asistentes y agentes sociosanitarios, políticos, economistas, administradores de todos los niveles, agencias educativas, organizadores escolásticos, gestores de medios de comunicación de masa, asociaciones culturales, deportivas, de tiempo libre, religiones, Iglesias.


Para la valorización de la función educativa de tal galasia de adultos se requiere necesariamente un proyecto educativo, que contemple orientaciones éticas, instrumentos jurídicos, subsidios económicos, estructuras capaces de coordinar, poniéndolas sinérgicamente en red, todas las fuerzas activas disponibles para dar su aportación al crecimiento humano de la juventud. Formar alianzas compartiendo estrategias, tiempos, modalidades, comporta lógicamente no pequeñas dificultades, teniendo en cuenta la falta de homogeneidad y las divergencias de las fuerzas en cuestión. Pero se trata de una conditio sine qua non para recoger los frutos de nuestro compromiso educativo.


3. Un nuevo fundamento antropológico y teológico del "honrado ciudadano y buen cristiano"


El SP de DB se funda en una visión del hombre, del ciudadano y del cristiano tradicional, simple, propia de una época histórica que ya no es la nuestra y que hoy revela todos sus límites.


El honrado ciudadano del tercer milenio no es el que entendía DB, hijo de un tiempo en el que no se concebía una "política activa" sino como obra de una minoría rica privilegiada, de la que difícilmente habrían formado parte los preadolescentes pobres o de la clase media acogidos en sus casas. Ni siquiera es el que, en el análisis y en la valoración de las problemáticas y del malestar social, tiende, como DB, a buscar las causas únicamente en las responsabilidades morales y religiosas de cada uno y no en los condicionamientos y determinismos de índole económica, política, social, jurídica, etc. Y ni siquiera es sólo aquel más bien pasivo que obedece a las leyes, no da problemas a la justicia, piensa únicamente en "sus cosas".


El paso del absolutismo monárquico al parlamentarismo liberal antes y a la democracia después, el surgir de la "cuestión social" con el socialismo, el marxismo, el sindicalismo, la doctrina social de la Iglesia, la demanda universal de ciudadanía activa y democrática, etc., han dejado pesadamente su huella. Así como la dejan hoy el imparable avance del pluralismo, de la globalización, de las modernas tecnologías informáticas y telemáticas, de la pluricultura tan difundida.


En la misma perspectiva es evidente también que el buen cristiano de hoy ya no es el que concebía DB y tantos como él: un mínimo de formación religiosa, recepción consuetudinaria de los sacramentos, devociones a los santos como modelos e ideales de vida cristiana, lectura exclusiva de "buenos" libros, obediencia absoluta a las legítimas autoridades eclesiásticas dentro de la única arca de salvación (la Iglesia católica), una vida de progreso en las virtudes que luego se habría felizmente concluido con una muerte virtuosa. Un siglo de reflexión teológica y un Concilio Vaticano II habrían pasado en vano y la multirreligiosidad y multiconfesionalidad del mundo de hoy no indicarían nada.


Es preciso, pues, tener en cuenta que la bien conocida fórmula de "honrados ciudadanos y buenos cristianos" hay que refundarla hoy en el plano antropológico y en el teológico; hay que reinterpretarla histórica y políticamente.


Una renovada antropología debería individuar, entre los valores de la tradición, cuáles hay que subrayar en la sociedad postmoderna y cuáles otros nuevos, en cambio, hay que proponer; una renovada reflexión teológica debería precisar las relaciones entre fe y política, entre diversas fes; un renovado análisis histórico-político debería vincular educación y política, educación y compromiso social, política y sociedad civil. En otros términos deberían responder a las siguientes preguntas:


a. ¿qué significa ser "hombre", "mujer", "joven", "cristiano", "miembro de la Iglesia" en esta aurora del tercer milenio?


b. ¿qué significa hoy el concepto bisecular de "deber de ciudadano"? ¿Se corresponde –y en qué modo- con el moderno de "responsabilidad" moral y social a nivel supranacional?


c. ¿son aceptables todavía hoy, en un contexto secularizado, pluralista, pluriétnico y plurirreligioso, la subordinación del fin temporal al transcendente, la preeminencia de los valores individuales respecto de los sociales, de los factores religiosos respecto de los terrenos, de los elementos católicos respecto de los simplemente cristianos o ni siquiera cristianos, de los"valores" europeos respecto de los propios de otras áreas geográficas?


d. ¿cómo superar la casi total carencia en la experiencia donbosquiana –que con la intención de formar buenos ciudadanos tendía a "separar" a los educandos del contacto cotidiano con la realidad externa a la obra salesiana- de una educación verdadera y propia en lo "social" y en lo "político"?


e. ¿cómo llenar modernamente las enormes lagunas del SP de DB en tema de educación juvenil para la afectividad, la sexualidad, el amor humano, desde el momento que éste, practicado en un ambiente no mixto según la costumbre de los tiempos, estuvo siempre al reparo reticente, únicamente orientado al simple control y al "silencio", aunque hiciera del "cariño" uno de sus puntos fundamentales?


4. Atención pedagógica y psicológica


Escribía DB en 1862, haciendo el balance de 20 años de trabajo entre los jóvenes:

"Para conocer los resultados obtenidos de estas escuelas, de los Oratorios y de la casa llamada Oratorio de San Francisco de Sales, es preciso dividir en tres clases a los alumnos: díscolos, disipados y buenos. Los buenos se conservan y progresan en el bien de forma maravillosa. Los disipados, es decir, aquellos ya acostumbrados a vagabundear, poco a trabajar, se reducen también a buenos resultados con el arte, con la asistencia, con la instrucción y con la ocupación. Los díscolos dan mucho que hacer; si se puede lograr que adquieran un poco de gusto por el trabajo, generalmente se les gana. Con los medios indicados se pudieron obtener algunos resultados que se pueden expresar así: 1º. que no se hacen peores; 2º. muchos se reducen a asentar el juicio, por tanto, a ganarse el pan honradamente; 3º. aquellos que bajo la vigilancia parecían insensibles, con el tiempo se hacen, si no en todo al menos en parte, más dóciles. Se deja al tiempo que haga provechosos los buenos principios que pudieron conocer cómo debían ser practicados" (P. Braido, Don Bosco per i giovani: l’"Oratorio", una Congregazione degli Oratori. Documenti in Piccola Biblioteca dell’ISS, n. 9, pp. 74-75).


En la descripción de la tipología juvenil, DB recurre normalmente a fórmulas breves como la ya citada, fruto casi únicamente de su directa experiencia. No pudiendo apoyarse en las ciencias psico-pedagógicas entonces en sus inicios, no teniendo estudios personales específicos al respecto, su cuadro de referencia para el análisis social en el que se movía carecía de criterios aptos para actuar en el plano estructural. Por eso se "consagró" a la educación de cada joven, ordinariamente acogido en su instituto y, por tanto, "protegido" en el plano físico, psíquico, intelectual y espiritual.


Hoy todas las fuerzas que pretenden rehacerse al SP tienen necesidad de apelar a un cuadro teórico de referencia amplio y articulado, modulado sobre las exigencias de nuestros días. Piénsese sólo en los mundos evocados por términos como mutación antropológica, ‘desconstrucción del pensamiento’, código ético universal, tolerancia, globalización, interdependencia, interculturalidad, plurietnicidad, nuevas pedagogías...


Hoy sobre las reales condiciones juveniles –siempre cambiantes y diversificadas por situaciones y problemas- se pueden tener informaciones sistemáticas gracias a instrumentos refinados de investigación y de análisis sociológico y psicológico. Y estas informaciones nos dicen que la edad juvenil se ha ampliado enormemente y que en las actuales condiciones juveniles y en el contexto de conflicto en que crecen serían considerados "abandonados", "peligrosos y en peligro (=en dificultad)" para decirlo con DB, casi todos los jóvenes del mundo. Lo mismo se puede afirmar acerca de las efectivas "potencialidades" del niño, muchacho, adolescente, joven-adulto, para los que se pone en práctica el proceso educativo.


Se sigue de ello la posibilidad de una mayor personalización del joven en relación con la "libertad" efectiva del educando, con sus demandas de autonomía para escoger objetivos y medios para alcanzarlos, con las "energías" de que es portador (vitalidad, idealismo, deseos, y también inquietudes, contradicciones, razones, pasiones) que deben ser respetadas y ayudadas a desarrollarse con recursos y modalidades diferenciadas en las diversas estaciones de la vida. Es deseable un aprecio más positivo y una más explícita utilización de las energías interiores del joven, con el recurso acrecentado a las autonomías personales y de grupo en la cooperación educativa. Se seguirá de ello también una mayor atención al pluralismo educativo en el que los jóvenes crecen.


5. Santidad y salvación


En la teleología pedagógica donbosquiana la salvación del alma es el motivo inspirador que da vida a su dinamismo y a su método educativo, en plena sintonía con la pastoral del 800, que del ansia por la salvación hacía un imperativo categórico del propio obrar.


El fin último de la educación preventiva de DB –que hoy definiríamos una existencia humana individual, social y religiosa lograda- está históricamente expresado en la clásica fórmula de "salvación del alma". Ésta es el punto de llegada de un largo camino iniciado en esta tierra a través de una vida de gracia de la que es garante la Iglesia, que puede crecer hasta formas heroicas de amor de Dios y del prójimo. En tal caso estamos frente a la santidad de altar, a la santidad canonizada.


Pero santidad igualmente verdadera y propia, la más difundida –la "ferial" para permanecer en el tema de estas jornadas- es también la de quien vive en estado de gracia habitual porque ha logrado, con su esfuerzo personal y con la ayuda del Espíritu, evitar el pecado en las formas más comunes de los jóvenes: malos compañeros, malas conversaciones, impureza, escándalo, robo, intemperancia, soberbia, respeto humano, faltar a los deberes religiosos...


La capacidad de conseguir tal "salvación-santidad" está condicionada por las diversas disposiciones o disponibilidades de las indicadas categorías de jóvenes "díscolos, disipados, buenos". Por tanto, es sabia pedagogía la del SP de DB, que, en relación con las diversas capacidades de comprender, asimilar y vivir, actúa con gradualidad, diferenciación jerarquización de fines, de contenidos y de propuestas.


Pero también la "santidad" tout court no es un objetivo propuesto a cualquier muchacho "bueno", a cualquier élite aristocrática, sino a todos los jóvenes de Valdocco, estudiantes y artesanos indiferentemente: "es voluntad de Dios que todos seamos santos; es fácil conseguirlo; a los santos les está preparado un gran premio en el cielo". Sólo que los mejores tomaron al pie de la letra tal vocación; uno por todos, Domingo Savio, que había vivido en el "pequeño seminario de Valdocco" ("yo siento la necesidad de hacerme santo, y si no me hago santo, nada hago. Dios quiere que sea santo y yo he de hacerme tal"); otros lo realizaron de forma apreciable (Francisco Besucco, Miguel Magone), otros como podían. Y será luego DB quien indicará a cada uno el itinerario adecuado, desde las formas más altas de constante contacto con el Señor a otras, más sencillas, de cumplimiento del propio deber cotidiano.


6. El conocido trinomio


a. El educador en sintonía con DB cree que la razón es don de Dios y gracias a ella se pueden descubrir los valores del bien, fijar los objetivos que conseguir y encontrar los medios y los modos para conseguirlos. A la razón y a la racionabilidad (que se hace fácilmente sentido común, sano realismo, auténtico respeto de las personas) se une la capacidad del educador de adaptarse a los diversos ambientes y situaciones en que está trabajando, de prestar una atención diversa a cada uno de los jóvenes. En el SP la razón aparece como un medio educativo fundamental en cuanto que ella debe dominar siempre sobre el planteamiento violento, sobre la aceptación indiscutida del mandato. Una razón que debe ser también educada por medio del estudio, la escuela, la instrucción, respetuosa de los valores humanos y cristianos. En la introducción de uno de sus primeros libros, la Historia Sagrada, DB escribió: "En cada pagina tuve siempre fijo el principio: iluminar la mente para hacer bueno el corazón".


Pero también la razón, como las otras dos palabras del trinomio, deben ser releídas a la luz de evidentes revoluciones de conceptos y de mantalidades. En la época de DB y en gran parte del siglo sucesivo, la "cultura" salesiana se ha manifestado muy tradicional, conservadora, y ordinariamente sólo funcional en orden a una profesión estudiantil o artesana; también la modalidad de transmisión de tal "cultura" ha sido prevalentemente autoritaria, cerrada a lecturas libres, a la búsqueda personal, al confronto y al debate.


Hoy, frente a la racionalidad tecnológica, de la evasión en lo emocional inmediato, de la llegada del "pensamiento débil" y juntamente con la demanda de "pensamiento crítico" dentro de una "sociedad líquida", la razón está invitada a recuperar la plenitud de su significado y de sus funciones: observar, reflexionar, comprender, probar, verificar, cambiar, adaptarse, decidir, desarrollar, asimilar prontamente, y de modo flexible, todas las propuestas y las sugerencias provenientes del "campo de trabajo educativo" y de la reflexión académica.


Y es precisamente con la "razón" con la que se construye la antropología actualizada e integral de la que hemos hablado, con la que el educador lee atentamente los signos de los tiempos y deduce sus valores emergentes que atraen hoy a los jóvenes: la paz, la libertad, la justicia, la solidaridad, la participación, la promoción de la mujer, las urgencias ecológicas...

b. La forma más alta de la razón-racionabilidad humana es la aceptación del misterio de Dios. Para DB la religión constituye el objetivo máximo, el elemento unificador de todo su sistema de educación. La religión, entendida sea como religiosidad o como religión positiva, se pone en la cumbre del proceso educativo, pero al mismo tiempo es instrumento de educación, funcional para una vida cristiana orientada a la comunicación con Dios creador y Jesús redentor. DB está convencido de que no es posible una verdadera educación sin una apertura a lo transcendente.


No se trata de una religión especulativa y abstracta, sino de una fe viva, arraigada en la realidad, hecha de presencia y de comunión, de escucha y de docilidad a la gracia. No por nada "las columnas" del edificio educativo son la Eucaristía, la Penitencia, la devoción a la Virgen, el amor a la Iglesia y a sus pastores. La educación es entonces un "itinerario" de oración, de liturgia, de vida sacramental, de dirección espiritual: para algunos, respuesta a la vocación de especial consagración; para todos, la perspectiva y el logro de la santidad.


Lo que fue la preocupación de DB frente a los fenómenos del indiferentismo, del anticlericalismo, de la irreligiosidad, del proselitismo protestante, del paganismo, no debería ser muy diversa de la de los educadores de hoy, a los cuales se pide una confrontación mucho más sólida y profunda entre cultura y fe, aunque no fuera más que por el hecho de que entre ellos y Don Bosco se coloca, como ya se ha dicho, el siglo que ha visto el modernismo, el movimiento litúrgico, la fundación y el reforzamiento de la moral y de la espiritualidad, la vuelta a las fuentes del mensaje cristiano anunciado en la Escritura, el Concilio Vaticano II, el ecumenismo, el redescubrimiento del papel de los seglares en la Iglesia...; y también, contemporáneamente, guerras y revoluciones políticas y sociales de dimensiones planetarias, difusión de una mentalidad relativista en los campos tanto del saber como del vivir, fundamentalismos y cortocircuitos entre religión, estado, política, crisis del derecho internacional...


c. El término cariño ("amorevolezza") es omnipresente en la literatura salesiana, aunque entendido con modalidades diversas. Está constituido por una verdadera disponibilidad hacia los jóvenes, simpatía profunda por ellos, capacidad de diálogo, bondad, cordialidad, comprensión. Propio del educador preventivo, se traduce en el compromiso de ser una persona "consagrada" al bien de los educandos, siempre presente en medio de ellos, dispuesta a afrontar sacrificios y trabajos en el cumplimiento de la propia misión.


Hemos llegado así a otro término "mítico": la asistencia, muchas veces únicamente entendida como fastidiante y omnipresencia física en condiciones de defender a un menor y proteger a un débil indefenso, sin poner suficiente atención al peligro de bloquear el natural y legítimo proceso de autonomía en maduración.


En la perspectiva del cariño quedan privilegiadas las relaciones personales. A DB le gusta usar el término familiaridad para definir la relación correcta entre educadores y jóvenes. El cuadro de las finalidades que se quieren alcanzar, el programa y las orientaciones metodológicas que seguir, adquieren sentido concreto y eficacia, si están marcados con genuino espíritu de familia, es decir, vividos en ambientes serenos, alegres, estimulantes. A este propósito hay que recordar al menos el amplio espacio y la dignidad dados por DB al momento de la recreación, al deporte, a la música, al teatro y al patio. Es en la espontaneidad y la alegría de las relaciones donde el educador sagaz encuentra modos de intervención, tan sencillos en las expresiones como eficaces en los resultados para la continuidad y para el clima de amistad en que se realizan. Para no hablar de la experiencia de grupo, elemento fundamental de la tradición pedagógica salesiana.


Hoy el cariño tradicional debería ser repensado tanto acerca de sus fundamentos como en sus contenidos y en sus manifestaciones. Lo exigen la inédita relación entre adultos y jóvenes y la autoconciencia de éstos, cada vez más atentos a dejarse "capturar" afectiva y peligrosamente por los adultos (pedofilia), la crítica situación de sus familias, caracterizada por la falta de relaciones fraternas (hijos únicos), de constante presencia de la madre (inserta en el mercado del trabajo), de relaciones duraderas entre los padres (divorcios, separaciones).

Se hace así mucho más necesario "inventar una concreta y articulada ‘pedagogía preventiva familiar’, que vuelva a aplicar, con especial preocupación crítica, en situaciones ya cambiadas, los conceptos claves del ‘sistema’, en especial el problemático ‘cariño’, oscilante entre creatividad afectiva, sentido tranquilizador de pertenencia, captatividad ansiosa, violencia" (P. Braido, Prevenir, no reprimir, CCS, Madrid, 2001, p. 444).


Y como el mismo "espíritu de familia", revivido y actualizado, debería superar las formas de paternalismo y de familiarismo propias del pasado para llegar a actuar relaciones "libres" y liberadoras, auténticamente personalizantes, también "la asistencia", entendida como "cerrazón de puertas y ventanas" del ambiente juvenil y presencia constante del educador al lado del joven, debería contar con jóvenes que autónomamente navegan en Internet, se comunican con móviles, se relacionan con centenares de canales televisivos, se encuentran donde y como quieren.


Así también para responder a las legítimas, explícitas y cada vez más frecuentes demandas de formas de activismo, de autogobierno, de autogestión, el SP debería provechosamente y en los límites de lo posible conjugarse con ellas, valorándolas con atención y satisfaciéndolas en las formas más idóneas.


7. Educador padre, hermano y amigo


La eficacia del SP está en la capacidad del educador: programar, actuar, controlar los contenidos de la propia intervención; en otros términos: saber exactamente qué quiere, qué hay que hacer y buscar. En cierto modo se podría decir que el SP es el educador. La expresión podría parecer exagerada si no fuese porque en la mente de Don Bosco el educador es el detentor incontestado de todo el sistema.

El primer deber del educador es, pues, el de estar allí y no estar fuera del campo donde está en juego la educación. Si es verdad que en el educando se dan todas las disposiciones para realizar su vida plena, es igualmente verdad que, dejado a sí mismo, podría correr el peligro de no actuar todas o completamente sus posibilidades de crecimiento.


El educador seguro y asegurador, consciente del propio deber y responsable, con autoridad, aunque no autoritario, trata de instaurar un auténtico diálogo y una constructiva confrontación con un joven. Vitalmente implicado en la relación educativa, su personalidad, su pasado, sus miedos, sus ansias inciden en la formación del educando. Es su obra la que educa.


Hoy, lo acabamos de decir, las relaciones jóvenes-adulto se han transformado profundamente respecto de lo que eran en los tiempos de DB, lo cual comporta también en esta perspectiva un modo radicalmente nuevo de interpretar y experimentar la idea y el papel mismo de educador "padre", "hermano" y "amigo". Ante todo, es necesario que, no considerándose ya posesor e intérprete único del sistema, y así imponer o proponer certezas preconfeccionadas, él se sienta capaz de interpretar las necesidades juveniles difícilmente expresables por ellos mismos, de acompañarlos en su no fácil búsqueda de las respuestas a las preguntas fundamentales de la vida, de respetarlos en su derecho de ser y sentirse protagonistas, de reducir la propia función predominante para educarse mientras educa, sea en el terreno fácil de la confrontación, sea en el más difícil, pero igualmente útil, del inevitable choque.


En el educador el joven no busca ya tanto al padre que piensa en todo en su lugar, al amigo que le organiza el tiempo libre, al hermano que se interesa por su crecimiento, al adulto que imparte órdenes, o al vigilante que amenaza castigos, sino al hombre capaz de ponerse a su lado, más atento a su persona que a las exigencias genéricas de la educación, más disponible para ofrecerle una aportación positiva para el desarrollo de sus potencialidades no manifestadas, que atento a neutralizar únicamente los elementos negativos y contraproducentes.

Conclusión


No queda sino concluir cómo hoy parece necesario no sólo el reclamo y la profundización del concepto restrictivo del SP, cuanto el reclamo y la profundización de la prevención como intervención meditada, precoz y difusa, que promueva series de iniciativas aptas a orientar los recursos de las diversas etapas juveniles hacia proyectos estimulantes y válidos, a predisponer para ellas oportunidades de crecimiento tales que no sólo favorezcan el conocimiento del mundo y de las cosas –a éstas provee más que suficientemente el internet-, sino sobre todo que hagan crecer su sentido de la vida y el gusto del bien y de lo positivo.


Educar en estos escenarios proponiendo experiencias válidas e implicantes; hacer crecer a los jóvenes desde dentro apoyándose en la libertad interior y contrastando los condicionamientos exteriores; "conquistar el corazón" de los jóvenes para comprometerlos serenamente por los valores, corrigiendo las desviaciones y conteniendo sus pasiones; prepararlos al futuro juntando la formación de la mente con la adquisición de habilidades operativas; llegar adonde nacen y se arraigan los comportamientos de los jóvenes para desarrollar en ellos una personalidad capaz de decisiones propias y de discernimiento; capacitarlos a los jóvenes para el sentido concreto de la vida social y eclesial: he ahí el difícil deber del educador que quiere inspirarse en el SP de DB.


Las raíces son sólidas, las fuentes limpias y de ellas puede renacer, en formas ricas de futuro, aquel actualizado "Nuevo Sistema Preventivo" deseado ya por el Rector Mayor Don Egidio Viganò, aunque todavía no compuesto orgánicamente. Podrá surgir gracias al esfuerzo conjunto de grupos preparados y de reuniones no sólo jurídicamente "autorizadas", en las que estén necesariamente implicados SDB, FMA, Cooperadores Salesianos, Antiguos Alumnos, grupos de la Familia Salesiana, con la ayuda de historiadores, teólogos, espiritualistas, pedagogistas, educadores y pastores. A una "Nueva Educación" que debe responder a la "Nueva Evangelización", no puede faltar la aportación conspicua de un "Nuevo Sistema Preventivo".


Bibliografía reciente
El volumen científico que hemos utilizado más en esta ponencia es P. Braido, Prevenir, no reprimir. El sistema educativo de Don Bosco (=ISS, Studi, 11 marzo 2000; CCS, Madrid 2000), en especial el capítulo conclusivo (pp. 416-445); lo mismo se diga del volumen divulgativo de F, Motto, Un sistema educativo sempre attuale, Turín, LDC 2000 (introductivo para una serie de otros nueve). También divulgativo C. Nanni, Il Sistema poreventivo di Don Bosco. Prove di rilettura per l’oggi, LDC 2003. Siempre útil Martinelli – G. Cherubin, Il sistema preventivo verso il terzo millennio, Atti della XVII settimana di spiritualità della Famiglia Salesiana, Roma 1995.
Para las fuentes véase P. Braido (ed.), Don Bosco educatore. Scrittti e testimonianze (=ISS, fuentes, serie primera, 9), Roma LAS, 1997. Para la literatura sobre el SP en general, véanse dos repertorios bibliográficos editados por el ISS: Bibliografia generale di Don Bosco: vol. 1º. Bibliografia italiana 1844-1992, de S. Gianotti, Roma, LAS 1996; vol. 2º. Deutschsprachige Don-Bosco-Literatur 1883-1994, zusammengestellt von H. Diekmann, Roma, LAS 1997. Bibliografía actualizada se puede encontrar en el volumen de P. Ruffinatto, La relazione educativa. Orientamenti ed esperienze delle Figlie di Maria Ausiliatrice (=Il Prisma, n. 28), Roma, LAS 2003. Una constante actualización la ofrecen los repertorios editados en "Ricerche Storiche Salesiane".
En cuanto a problemáticas educativas específicas véanse las diversas voces en el Dizionario di scienze dell’educazione (coord. J. M. Prellezo, Roma, LDC-LAS-SEI 1997).

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