Salve, Don Bosco Santo




Salve, Don Bosco Santo,
joven de corazón.
Mira todo el quebranto
de un mundo sin amor.


Juventudes que caminan
sin saber a dónde van;
juventudes tan perdidas
sin fe, sin paz, sin luz ni amor,
Don Bosco, oye nuestra voz.

Estribillo

Si supieras cuántas veces
nos trataron de vencer,
si supieras cómo duele
el ver crueldad, rencor, paasión,
Juan Bosco, ven y ayúdanos.

Estribillo

Ven a ver cómo luchamos
con esfuerzo y decisión.
Ven a ver cómo tratamos
de hacer cambiar al mundo de hoy.
Juan Bosco, ven y ayúdanos.

Estribillo

Don Bosco decía...



En mi casa hay pan y éste nos lo manda día con día la Divina Providencia; hay trabajo y por eso cada uno debe trabajar por tres; hay Paraíso, porque quien come y trabaja por Dios, tiene derecho a un lugarcito en el Cielo con Dios.

Don Bosco y el Tibidabo


por el Dr. Ramón Alberdi, sdb

Conferencia pronunciada en la Balmesiana
con motivo de las Jornadas del Centenario
de la Primera Piedra del Templo del Tibidabo
Barcelona, 13 de noviembre de 2002


Señoras y señores, amigos todos del Tibidabo:

El tema que se me ha pedido lleva por título Don Bosco y el Tibidabo. Y tendrá la forma de una lección; es decir, una vez redactado, será leído. Será una lectio académica. Pero procuraremos que sea una lectio brevis, una lección más o menos breve. Las tres secuencias que propongo a vuestra consideración señalan los hitos más importantes del discurso histórico.

Porque se trata de esto: de hacer una historia; y no otra cosa. Como sabéis muy bien, el conocimiento de la historia se construye con los documentos. Por eso, alguna que otra vez, me detendré en aducir la documentación.

El objetivo del presente estudio no es otro que el de conocer un poco más la historia de nuestra ciudad de Barcelona, a través de esa página que se refiere a la dimensión religiosa de la cumbre del Tibidabo.

Y ya que estamos acostumbrados a leer los libros y las revistas de historia con el adjunto aparato ilustrativo -fotografías, dibujos, cuadros estadísticos-, le he pedido al técnico que, a ser posible, ilustre la lectura de estos folios con alguna fotografía. Tratará de hacerlo con orden y discreción.

Y, sin más preámbulos, comencemos por la primera secuencia.


Secuencia Primera

BENDICIÓN Y COLOCACIÓN DE LA PRIMERA PIEDRA

A comienzos del mes de diciembre de 1902, los salesianos de Sarriá y de Barcelona estaban organizando todo para proceder a la bendición y colocación de la primera piedra del templo que hoy vemos levantado en la cumbre más alta de la sierra de Collcerola, y lleva el nombre de Tibidabo. La llamaron así -con evidentes resonancias bíblicas- unos monjes jerónimos que vivían a su vera, más abajo, en la explanada ocupada actualmente por una gasolinera, no lejos del punto conocido por revolt de la paella, junto a la carreta que, desde el barrio de Penitents de Barcelona, conduce a San Cugat del Vallès.

Aquellos salesianos habían invitado a la fiesta a varios obispos de Cataluña y a muchas asociaciones católicas barcelonesas.

Ente los prelados, la figura más importante era la del cardenal Salvador Casañas y Pagès, quien, desde el año anterior, 1901, ejercía de obispo en su ciudad natal, Barcelona. Había estudiado y actuado en la misma ciudad como profesor del seminario, rector de la iglesia parroquial de Santa Maria del Pi y canónigo de la catedral. En 1879 le nombraron obispo de Seu d´Urgell. En su ministerio sacerdotal y público, siempre se había distinguido por su espíritu religioso y patriótico, caritativo y social. Por lo que, en 1895, el papa León XIII (1878-1903) le había creado cardenal.

Así es que aceptó con mucho gusto la invitación que le dirigían los salesianos. Él mismo fijó la fecha: el domingo 28 de diciembre, fiesta de los Santos Inocentes. Además, en ese día, la diócesis de Barcelona concluiría las celebraciones del Jubileo Pontificio de León XIII. Según el deseo del cardenal-obispo había que dar al acontecimiento la mayor solemnidad posible.

Unos días antes, se había publicado una Alocución que dirigía el prelado a los católicos barceloneses. La había preparado un destacado Cooperador Salesiano, don Cayetano Pareja Novelles, a la sazón Presidente del Centro Moral Instructivo de Gracia.

En ella, entre otras cosas, el obispo decía: "Santificar la montaña del Tibidabo -que, según la frase del poeta Verdaguer en su Oda a Barcelona, és la superba acropolis que vetlla la Ciutat- dedicándola al Adorable Corazón de Jesús es, sin duda, la mejor reparación que puede ofrecerse a Dios por parte de Barcelona (...) y, al mismo tiempo, la obra más simpática que puede proponerse a la piedad de los fieles". Imaginándose la cumbre ya coronada con el Templo, el cardenal Casañas no se cansa en enaltecer su futuro significado: "Faro que ilumine las inteligencias", "Imán que atraiga las voluntades", "Mediador entre Dios y los hombres", "Volcán de caridad", y "eficacísimo Pararrayos", que, "desarmando los de la divina Justicia -irritada por nuestros pecados-, los convierta en centellas de misericordia, que conmuevan y enciendan en su amor a todos los hombres."

Tal es la visión teológica y el lenguaje religioso en los cuales venía envuelto el nacimiento de la nueva iglesia. Conviene tenerlo en cuenta para poder profundizar un poco en la presente historia. Y no creáis que, por su parte, pensaban y sentían de otra manera diferente los promotores de la construcción del Templo de la Sagrada Familia, en el barrio del Poblet.

La proclama del cardenal-obispo atrajo muchas adhesiones: de la Provincia Salesiana Tarraconense -con sede en Barcelona-, del Cabildo Catedral, del Cabildo de los Párrocos, de la parroquia de Sant Vicenç de Sarrià.

Pero, sobre todo, tuvo el apoyo de numerosas asociaciones católicas. Allí estaban, por ejemplo, las Conferencias de San Vicente de Paúl, el Apostolado de la Oración, la Asociación de Católicos, la Pía Unión de San Miguel Arcángel, la Real Archicofradía de la Guardia y Oración del Santísimo Sacramento, los Centros Morales de Gracia y de San Francisco de Paula, el Círculo Barcelonés de Obreros de San José, la Asociación Reparadora de Pío IX, el Patronato Obrero de San José, la Academia Calasancia, la Sociedad Médico Farmacéutica de los Santos Cosme y Damián, el Círcol Artistich de San Lluc, la Congregación de la Inmaculada y San Luis Gonzaga, la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento, la Academia de la Verge de Montserrat, la Federación de Cooperativas Católicas, el Centro de Nuestra Señora del Carmen y San Pedro Claver, el Centro de Nuestra Señora de Montserrat (Barceloneta), el Centro de San Pedro Apóstol, las Conferencias de Nuestra Señora de Belén, la Academia de los Santos Justo y Pastor, el Centro Angélico de Hostafranchs, el Centro Católico de Sants, el Instituto de San José (Sarriá), la Juventud Católica de San Andrés de Palomar. Y, en fin, no podían estar ausentes las Juntas de los Cooperadores y Cooperadoras de los Salesianos...

He querido nombrar todas estas agrupaciones para remarcar bien los dos extremos: primero, que, según veremos, la idea de levantar un templo o santuario dedicado al Corazón de Jesús en la cumbre del Tibidabo surgió de su seno -piadoso y caritativo-; y, segundo, que ese mismo tejido asociativo le prestó, según estamos comprobando, el calor y el apoyo que necesitaba para abrirse a la luz del día.

Antes de proseguir adelante, observemos que las fuerzas que dieron vida al Templo Expiatorio de la Sagrada Familia procedían también de una fuente análoga: es decir, de aquella piadosa Asociación Josefina que lideraba Josep Maria Bocabella y Verdaguer (+1892) (Incluso, el arquitecto del templo, Anton Gaudí y Cornet, era amiguísimo de estas agrupaciones, y se prestaba con gusto a diseñar los estandarte y las banderas que usaban). La primera piedra de esta iglesia la bendijo el obispo José María Urquinaona y Bidot, el 19 de marzo 1882; la de la iglesia del Tibidabo, la bendecía, como estamos explicando, el cardenal Casañas, justamente 20 años más tarde, el domingo 28 de diciembre de 1902.

Amaneció un día muy hermoso: un tiempo sereno, el sol claro y brillante, el cielo azul. Desde las primeras horas de la mañana, fueron llegando centenares de personas. Unos, por el funicular -que, como es sabido, prestaba sus servicios desde el mes de octubre del año anterior, 1901-; otros, por la carretera, y otros, en fin, por los caminos y veredas que afluyen a la cumbre. “A las diez -precisa un testigo- era tan grande el gentío allí congregado, que con dificultad podía transitarse por las inmediaciones de la estación del funicular”.

Una hora más tarde, llegaron el señor cardenal-obispo de Barcelona, el obispo de Lleida -monseñor Josep Messeguer y Costa- y el de Solsona -monseñor Joan Benlloch y Vivó-. Sonaron los acordes de la marcha real, se dispararon morteretes y una sección de la Guardia Civil rindió los honores de ordenanza.

Después de la misa, se procedió a la bendición de la primera piedra. El cardenal-obispo cumplió todos lo pormenores de un rito solemne. Revestido con los ornamentos litúrgicos, se arrodilló junto a la piedra -la cual pendía de una máquina sobre un profundo hoyo, situado muy cerca de la actual capilla externa-. Y, después de recitar las preces rituales, la bendijo. El público comenzó entonces el rezo de las Letanías de los Santos. A continuación, los clérigos asistentes, precedidos por los tres obispos y con la cruz alzada, recorrieron, entre cánticos religiosos, el perímetro que debía ocupar la nueva iglesia. Al final, bajaron la piedra, dentro de la cual, en un tubo de cristal esmerilado, fueron colocadas varias medallas, monedas y periódicos de la localidad. Entonces, el Cardenal echó una paleta de mortero sobre la piedra, e hicieron lo propio los obispos de Lérida y de Solsona, y también otros señores. Al final se levantó el acta oficial del acontecimiento.

Indudablemente, resultó una jornada de grato recuerdo para todos. Los periódicos publicaron las reseñas de ocasión (Correo Catalán, Diario de Barcelona, Diario Catalán). El Boletín Salesiano (febrero 1902, 53) se hizo eco de las ideas que flotaban en el ambiente: Con la fe y la ayuda de los barceloneses, el futuro templo, coronado con la imagen del Corazón de Jesús, sería "una fortaleza de paz y religión", "trono del Redentor", lugar desde donde vigila sobre la ciudad "el Santo Centinela", una "acrópolis cristiana", la "nueva Sión".

Ante el éxito de la jornada, los salesianos se sentían también felices. Aunque no del todo. Les hubiera gustado contar con la presencia personal del Rector Mayor -don Miguel Rua-, o, al menos, con la de su vicario -don Felipe Rinaldi-. Éste había sido superior de la Casa Salesiana de Sarriá por espacio de tres años (1889-1992), y durante nueve, inspector o superior provincial de todos los centros salesianos de la Península Ibérica (1992-1901).

Ambos habían recibido la invitación del padre provincial, don Antonio Aime Ghibaudi, quien deseaba vivamente su asistencia para dar relieve a la jornada del 28 de diciembre. En el pensamiento del padre Provincial, aquel día iba a ser “un nuovo miracolo del nostro Padre Don Bosco” (Carta desde Barcelona-Sarriá a Turín, 16 de diciembre de 1902). Pero -como decimos- no pudo ser. Ambos habían presentado sus excusas... Y enviaron como delegado suyo a un misionero, don Domingo Milanesio, ya entonces muy conocido por sus andanzas apostólicas en tierras de Patagonia, pero desconocido en Barcelona y en España.

Y, sin embargo, la jornada del 28 de diciembre de 1902 representaba efectivamente un “nuevo milagro” de Don Bosco en la tortuosa historia de la propiedad de la cima del Tibidabo. Lo veremos en la secuencia tercera.


Secuencia Segunda


DON BOSCO CONSTRUYE EN ROMA UNA IGLESIA
DEDICADA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Cuando los dueños de la cumbre del Tibidabo le regalaron al Fundador de los Salesianos, San Juan Bosco, las dos hectáreas de su propiedad, lo hicieron, por escrito, con las palabras siguientes:
“Los infrascritos, propietarios de la cúspide de la montaña denominada Tibi-dabo, siguiendo el ejemplo de Nuestro Santísimo Padre León XIII, quien confió a Vuestra Reverencia el honroso encargo de edificar en la Ciudad Eterna un templo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, os ofrecen, postrados a los pies de la Santísima Virgen de las Mercedes, Patrona de esta Ciudad y Diócesis, la cumbre del Tibi-dabo, para que os sirváis, así mismo, levantar en ella una ermita que, consagrada al Sacratísimo Corazón de Jesús, detenga el Brazo de la Justicia Divina y atraiga las Divinas Misericordias sobre nuestra querida Ciudad y sobre toda la Católica España. Recibid, Reverendísimo Padre, nuestra oferta y dignaos confortarnos con vuestra santa Bendición. Barcelona, en el presbiterio de la parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes, día cinco de Mayo de 1886”.

El pergamino -en papel vegetal, artísticamente iluminado por E. Gafel, y que, con las firmas auténticas de los donantes, se puso en manos de Don Bosco- se encuentra en el Archivo Central Salesiano de Roma.

Se trata de un documento de primer orden para conocer, primero, la finalidad que perseguían los oferentes: no piden mucho, ya que se conforman con una “ermita”, que, por definición, es de unas dimensiones reducidas. Luego surgió el proyecto de un templo o de una grande iglesia. Sin duda, el Arquitecto Enrique Sagnier y Villavecchia -en su tiempo uno de los mejores arquitectos de Barcelona y el de mayor actividad constructora (+1931)-, necesitaba un escenario amplio y refinado.


Tampoco el señor Bocabella y los suyos pedían nada extraordinario en el llano de Barcelona: una iglesia similar al santuario mariano de Loreto (Italia). Pero aquí también se complicaron las cosas por diversas razones. Entre otras, presionaba el genio artístico de Gaudí, su catalanismo regeneracionista y, en fin, su pasión religiosa -netamente cristiana-. Si Gaudí quiso hacer de la Sagrada Familia su obra emblemática, no de otro modo se comportaba -especialmente en los últimos años de su vida profesional- el arquitecto Sagnier, primer marqués de Sagnier (Título Pontificio).

(Hace pocas semanas, un autor llamaba al templo de la Sagrada Familia "catedral faraónica". Cf La Vanguardia, domingo 27 de octubre 2002).

Pero la pieza documental que acabamos de aducir nos sirve, sobre todo, para conocer la mentalidad religiosa de los donantes: es una mentalidad profundamente mariana; políticamente, es conservadora -sueña en la España Imperial, católica, donde la unión de Iglesia y Estado forma la razón de la patria-; es un tanto tremebunda -catastrofista, diríamos en lenguaje moderno-; y es francamente papal: los donantes, en efecto, quieren seguir "el ejemplo de Nuestro Santísimo Padre León XIII, que confió a Vuestra Reverencia el honroso encargo de edificar en la Ciudad Eterna un templo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús".

Esta misma mentalidad religioso-política anidaba también entre los devotos josefinos del señor Bocabella: les dominaba la conciencia de pecado, del castigo inminente por los extravíos del liberalismo, el miedo a la represión divina... Por eso, insistían en la ascética de la expiación, de la reparación, del sacrificio... La espiritualidad cristiana de Antón Gaudí se movía también un poco dentro de estos parámetros...


Ahora conviene que nos fijemos en la historia de esa iglesia cuya construcción -según se dice-confió a Don Bosco el papa León XIII.

Dos fueron las iglesias más importantes construidas por Don Bosco y que, después de unos años, llegaron a ostentar la dignidad basilical ( Solamente la Sante Sede otorga a un lugar sagrado el título de basílica). La primera, la basílica de María Auxiliadora, en Turín, abierta al culto público en junio de 1868; la segunda, la del Sagrado Corazón de Jesús en Roma, consagrada en mayo de 1887. Aquélla nació de los fervores marianos del corazón de Don Bosco; ésta, en cambio, le salió al encuentro desde el exterior.

En 1875, Don Bosco, con estilo de gran fundador, había conseguido extender su Obra más allá de las fronteras de Italia -a Francia, a Argentina-. Pero, cinco años más tarde, aún no había logrado implantar su Congregación en la ciudad de Roma, la cual, además de ser la capital espiritual del mundo católico, ostentaba también, de hecho, desde 1870, la capitalidad del nuevo reino de Italia. Pero Don Bosco no tenía allí ni una sola casa.

Lo cual le obligaba a tenerse que hospedar en casa de otros siempre que iba a Roma para tratar los asuntos de su Congregación, o bien tener una audiencia particular con el Papa en el Vaticano. Esto le resultaba molesto. Su talla de auténtico fundador le pedía que debía establecer la Obra Salesiana en la Ciudad Eterna, por la gran resonancia propagandística que ello reportaría a la misma. Lo intentaba desde hacía unos doce años... Pero inútilmente.

En marzo de 1880 viajó a Roma. Entre otras cosas, buscaba una audiencia personal de parte de León XIII, quien, un par de años antes, había sucedido en el trono pontificio a Pío IX (1846-1878).

El día 24 fue a visitar al Cardenal-Vicario de Roma, la máxima autoridad eclesiástica después del Papa, que era el obispo. El cardenal llevaba un nombre de alta alcurnia: Monaco La Velletta. Andaba preocupado, porque, ya en tiempos del pontífice anterior, había iniciado la construcción de una gran iglesia dedicada al Corazón de Jesús, en el barrio popular de Castro Pretorio (en la vieja colina del Esquilino), pero las paredes apenas se levantaban del suelo... Por una parte, sentía la conveniencia y la necesidad de que la diócesis del Papa tuviera un templo así -ya que esta devoción se iba extendiendo por doquier-; pero, por otra parte, las obras estaban totalmente paralizadas. ¿Motivo? No había dinero. Se lo contó, como de pasada, a su interlocutor. Don Bosco calló y se puso a pensar.

A los cuatro días, estaba otra vez con el cardenal. Hablaron. Y, en consecuencia, el prelado le confiaba la continuación de las obras de la iglesia. Don Bosco se atrevió a poner dos condiciones: primera, la iglesia en cuestión tendría aneja una casa salesiana de beneficencia; y, segunda, tanto la iglesia como la casa se levantarían en memoria del Pontífice difunto Pío IX, quien había sido un gran amigo y protector de los salesianos. El cardenal no tuvo inconveniente en aceptar lo que se le pedía.


Don Bosco fue recibido en audiencia por el papa León XIII el 5 de abril. Según parece, no sacó para nada el tema de la construcción de la iglesia. Antes, quería tener los cabos bien atados. Los tuvo cinco días después.

Efectivamente, con fecha 10 de abril, envió al cardenal-vicario una promemoria o pliego de condiciones. Entre otras, ponía las siguientes: 1ª. El superior de los salesianos se comprometía a "cercar mezzi pecuniarii e materiali da costruzione", como también a dotar a la nueva iglesia de los utensilios necesarios y del personal adscrito al culto. 2ª. Al tiempo que adelantaban los trabajos de la construcción de la iglesia, "si porrà mano all´edificazione di un ospozio (internado) in favore dei poveri fanciulli". Incluso se abrirá un centro juvenil para los muchachos del barrio, con escuelas nocturnas y, si hacen falta, también diurnas. 3ª. En el caso de que las Autoridades Eclesiásticas eleven la iglesia a categoría de iglesia parroquial, el párroco será un salesiano. Y finalmente, 4ª condición: el cardenal-vicario presentará al Papa este proyecto, el cual no tendrá valor alguno sin su aprobación (Epistolario III, 564-566).

León XIII quedó muy satifecho. Pero, por lo que vemos, se exagera un poco cuando se hace decir a Don Bosco que el Papa le mandaba, y que él obedecía. De hecho, en este punto fue surgiendo una leyenda...

Don Bosco informaba a los participantes del Segundo Capítulo General (otoño del mismo año 1880) de esta manera: "Deseábamos entrar en Roma, buscábamos una ocasión propicia para hacerlo sin meter ruido: y esta ocasión se ha presentado, y el mismo Papa la ha puesto al alcance de nuestras manos" (DESRAMAUT, 1142).

Un poco antes de acabar el año, la Congregación Salesiana y la Santa Sede firmaban el acuerdo definitivo: Don Bosco, el 11 de diciembre, y el 18, el Cardenal-Vicario, una vez que el Pontífice hubiera aceptado las 15 condiciones que formulada el propio Don Bosco.

Éste volvía a reiterar su proyecto sobre la casa aneja, la cual sería de la propiedad exclusiva de los salesianos: "Tan pronto como estén en marcha los trabajos de la Iglesia y de la casa parroquial, [la Congregación Salesiana] potrà porre mano all´edifcazione di un Ospizio [internado] per fanciulli poveri e di un Oratorio festivo [Casal o Centro Juvenil] per i giovanetti della Parrocchia" (MB, XIV, 807).

Ante esta insistencia, es legítimo concluir que, ya desde un principio, Don Bosco estaba, al menos, tan interesado en la casa aneja -un internado con escuela de artes y oficios, y un casal para los niños- como en la misma iglesia. A él no le interesaba sólo una iglesia para el culto con su pequeña casa parroquial, sino que buscaba algo más, que tuviera una proyección benéfica e inmediata en el tejido social del barrio romano.

No nos ha de extrañar. Porque aquel incipiente catolicismo social del siglo XIX -incluso anterior a la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII (1891)-, unía fácilmente la piedad a la acción beneficosocial. El citado Josep Maria Bocabella, el máximo promotor del Templo de la Sagrada Familia, editor y librero católico, lo tenía bien claro: en los sótanos de su iglesia, debía haber también "escuelas y talleres para elevar la condición de los obreros" (MATAMALA, 62).


El arquitecto Gaudí no perdía de vista este deseo del fundador, y, conmocionado por los acontecimientos de la Semana Trágica de 1909, se apresuró a construir unas Escuelas Provisionales de la parroquia de la Sagrada Familia, para la educación de las familias obreras del barrio. Fue tan genial el diseño, que el famoso arquitecto francés, Le Corbusier, quedó impresionado en su visita de 1928.

Don Bosco se entregó en cuerpo y alma a buscar los medios económicos que hacían falta para la construcción de todo el complejo. Fue una tarea brutal, que le desgastó la salud por completo. -Don Bosco, ¿cómo es que anda tan encorvado?, le preguntaban –Y respondía: "Ho la chiesa del Sacro Cuore in Roma, che mi pesa sulle spalle".

(Summarium super virt., III, 377: Par. 290-291).

A pesar de las recomendaciones en contra de los médicos, Don Bosco se empeñó en asistir personalmente a las fiestas de la consagración de la iglesia, que tuvieron lugar entre los días 14 y 15 de mayo de 1887. El lunes 16, celebró la Misa privadamente en el altar de María Auxiliadora de la nueva iglesia. Se sintió profundamente emocionado.


Lo narra así el cronista Carlos María Viglietti: "¡Pobre Don Bosco! Más de quince veces se puso a llorar conmovido, sin pode seguir (...). Después de la Misa (...), llegado a la sacristía, se volvió para bendecir [a los que le rodeaban] (...). Levantó la mano, rompió a llorar a lágrima viva, se cubrió la cara con las manos... Y fue preciso arrastrarlo fuera de aquel lugar (...). He querido preguntar a Don Bosco por qué se conmovió tanto, durante la misa, y me dijo: Tenía tan viva, delante de mis ojos, la escena de cuando, a los diez años, tuve el sueño de la Congregación y oía tan bien a mis hermanos y a mi madre discutir y comentar sobre la visión tenida, que se sobreponía a todo lo demás"

Con esto, Don Bosco había terminado prácticamente el curso de su vida. A los ocho meses, moría santamente en Turín. Era el 31 de enero de 1888.

La casa salesiana, aneja a la iglesia, fue organizando sus actividades muy pronto. Llama la atención la premura con que actuaron Don Bosco y los Salesianos. Porque ya en 1882, dieron comienzo a las escuelas externas y, dos años más tarde, se abrió el internado, dando cobijo al primer niño huérfano de Roma. La formación profesional se inauguró en 1883 con un sencillo taller de zapatería, pero adquirió un notable prestigio cuando entró en funcionamiento la escuela-taller de tipografía, en 1895. Esta escuela salesiana de Artes y Oficios de Roma fue muy similar a la de los salesianos de Sarriá.

Aquí en Roma, al iniciar las citadas fiestas, Don Bosco había declarado con toda claridad que aquella hermosa iglesia no se debía precisamente a la generosidad de los romanos... ¿De quién, pues? Sin duda, a la de los católicos franceses y españoles. Basta recordar el famoso viaje de Don Bosco a París, en 1883, y, tres años más tarde, a Barcelona...



Secuencia tercera


EL TIBIDABO EN LA MENTE Y EN EL CORAZÓN DE DON BOSCO

Al finalizar el invierno del año 1886, nadie se creía en Turín que Don Bosco fuera capaz de emprender un viaje hasta España. Y, sin embargo, él se atrevía a declarar: "La fame caccia il luppo dalla tana...; perció mi trovo costretto, benché cosí decadente e mal andato di salute, d´intraprendere un nuevo viaggio ed andare, forse, fino in Ispagna" (El hambre saca al lobo de su madriguera. Por eso, me veo obligado, aunque tan caduco y enfermizo, a emprender un nuevo viaje e ir, tal vez, hasta España) (Cronaca, 1 de marzo).

La imagen no puede ser más gráfica. Pero, ¿qué clase hambre le acuciaba hasta el punto de tener que salir de casa a buscar los medios necesarios para satisfacerla?

Los viajes de Don Bosco en los últimos años de su vida obedecen a dos instancias fundamentales: la propaganda -para dar a conocer sus instituciones benéficas- y el imperativo económico -para ayudarlas, y, sobre todo, buscar los recursos que le hacían falta en Roma-.

Por eso, apeló, una y otra vez, a la conciencia de los católicos franceses y españoles. Y con este propósito, se esforzaba por dar a su presencia una dimensión pontificia: le gustaba aparecer como amigo del papa, su hombre de confianza, el realizador de sus planes, el depositario de sus bendiciones. Todos debían entender que ayudar a Don Bosco equivalía a ayudar al papa...; lo que se hacía por Don Bosco se hacía por el papa...

Esta dimensión papal también estuvo presente en todo el tiempo que pasó en Sarriá-Barcelona: desde el 8 de abril hasta el 6 de mayo de 1886.

Los católicos barceloneses quedaron halagados. Deseaban tener cerca a un hombre así: que frente a la bandera del liberalismo y del anticlericalismo reinantes en tantos sectores, levantara la bandera del Papado como una institución invicta y luminosa; de una Iglesia civilizadora y misionera, válida incluso en los tiempos modernos...

Y a Don Bosco le sonrió la fortuna. Porque tuvo a su favor dos factores muy importantes.

1º. La ciudad de Barcelona sentía unas ansias incontenibles de expansión y crecimiento. Hacía tiempo que había derrocado las murallas de cuando era un enclave militar y no admitía otras murallas más que sus montes. Barcelona soñaba en el futuro. Quería ser una ciudad moderna: dinámica, próspera, culta, monumental y hermosa. Es la que encontró el joven arquitecto Gaudí, y a la cual trató de monumentalizar y embellecer por encima de todo... (La Exposición Universal de Barcelona de 1888 es la prueba contundente de lo estamos afirmando).

2º. La Iglesia local de Barcelona estaba preñada de iniciativas y actividades. Es verdad que, en parte, las divisiones internas mermaban sus fuerzas: unos se clasificaban como carlistas, otros como integristas -muchos clérigos-, otros como católicos liberales... Es también verdad que el laicismo anticlerical demostraba su vigencia en algunos sectores... El mismo affaire del presbítero y poeta nacional Jacint Verdaguer con los obispos Jaume Català i Albosa y su sucesor en la sede barcelonesa, Josep Moragades i Gili, vino a afear el panorama eclesiástico. Pero, a pesar de estas limitaciones, pienso que, en el período que va de 1880 a 1900, cabe hablar de una recatolización de Barcelona y de Cataluña. Pienso que junto a una renaixença literaria, cultural y política, hubo también una especie de renaixença católica. De lo contrario, nos faltaría, por ejemplo, el marco histórico-religioso para situar la figura de Gaudí.

Quienes impulsaban este proceso regenerador eran, entre otros:

1º. Las Congregaciones Religiosas -las nuevas y las antiguas restablecidas, las originarias del país y las que llegaban del extranjero-, las cuales, en medio de sus dificultades, acabaron por asentarse sólidamente en la Ciudad Condal y en otros puntos. E iniciaron a cubrir el suelo barcelonés con sus instituciones benéficas -docentes, hospitalarias-. A veces, sirviéndose de notables construcciones.

2º. Las múltiples asociaciones de signo católico, cada cual con su propio talante -unas atendían a la vida espiritual; otras, a la beneficencia; otras, a la formación; otras, al fomento de la propaganda católica-. Al entusiasmo de estas agrupaciones se debe el que la presencia de San Juan Bosco en Barcelona adquiriera una aureola de triunfo.


Dada su importancia en la historia que tratamos de conocer, volvemos a citar a las Conferencias de San Vicente de Paul, la Asociación de Católicos de Barcelona y la Juventud Católica de Barcelona (Ésta era la rama juvenil de la anterior, y pagó 500 pesetas para costear la primera piedra del templo del Tibidabo, de la cual ya hemos hablado).

3º. El catalanismo católico, impulsado especialmente por monseñor Josep Torras i Bages, quien ya era una figura estelar en la iglesia de Barcelona, antes de que, en 1899, le hicieran obispo de Vic. Como se sabe, él fue el guía espiritual más destacado de Gaudí.

Fuera de la práctica de los sacramentos, las devociones que estimulaban la vida de las asociaciones mencionadas se centraban principalmente en dos:

1ª. La devoción a la Sagrada Familia y a San José, propugnada concretamente por el padre Josep Mañanet i Vives (1833-1901), e impulsada por la Asociación de Devotos de San José, que fundó Josep Maria Bocabella y aprobó el obispo de Barcelona, Pantaleón Montserrat i Navarro, en 1866. Al año siguiente, apareció la revistilla El Propagador de la devoción a San José, destinada a tener una gran difusión entre las familias de la capital catalana.

2ª. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, promovida por el Apostolado de la Oración, que procedía de Francia y a cuya extensión en España tanto contribuyó Josep Morgades i Gili. Siendo canónigo penitenciario de Barcelona, entró en contacto con la clase burguesa de la ciudad y , así, pudo ampliar sus obras de caridad; nombrado obispo de Vic en 1882, llevó a cabo la restauración de la iglesia del monasterio de Ripoll entre los años 1885 y 1895. Luego fue llamado a ocupar la sede episcopal de Barcelona. La venerable doña Dorotea de Chopitea y Villota -tan vinculada a Don Bosco y al Tibidabo- ayudó eficazmente a Morgades, tanto cuando trabajaba en Barcelona como cuando se propuso emprender la citada restauración. Y, por supuesto, no ocultaba su pertenencia al Apostolado de la Oración.

Si la devoción a San José explica el por qué del Templo de la Sagrada Familia, la del Corazón de Jesús explica el por qué del Templo del Tibidabo.

La primera noticia que tuvo Don Bosco de que le iban a regalar unas parcelas en la misma cumbre de la montaña fue en su visita a la finca de los señores Martí-Codolar, en Horta, el 3 de mayo de 1886.

En este punto, lo mejor es dejar la palabra al cronista-secretario: "Esta cumbre -escribe- era propiedad, hace pocos años, de personas malvadas, que querían convertir aquel lugar en un sitio de diversiones malsanas moralmente, o construir un templo protestante. Siete buenos señores se pusieron de acuerdo y lo compraron, y hoy han decidido, de común acuerdo, regalársela a Don Bosco, a fin de que él pueda responder a los mal intencionados con las palabras de Cristo: “Vade retro, Satana” (Apártate Satanás)".

En efecto, habían realizado dicha compra diez años antes, el 30 de enero de 1876. Se trataba de dos piezas de terreno que, en su conjunto, comprendían un par de hectáreas.

Los compradores estaban decididos a salvaguardar solidariamente el objetivo al que había obedecido la compra: ninguno de ellos debía alterarlo o tergiversarlo por su cuenta. Es decir, estaban decididos a salvaguardar el destino cívico y urbanístico de aquella cúspide, que consideraban privilegiada.

No nos debe extrañar esta actitud un tanto combativa; el antiliberalismo y el antiprotestantismo eran notas típicas del mundo católico de entonces (Por eso, el Vaticano aceptó con gusto que, junto a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Roma, hubiera también unas escuelas salesianas, para contrarrestar la acción de los centros protestantes en aquella barriada).

Si no todos, al menos la mayoría pertenecía a las Conferencias de San Vicente de Paul o/y a otras asociaciones católicas. Un personaje destacado del grupo se llamaba Manuel María Pascual y de Bofarull, abogado, cuñado y colaborador de confianza de Luis Martí-Codolar y Gelabert, el propietario que había agasajado en su finca de Horta a San Juan Bosco. (Más tarde, en 1905, la Santa Sede le concedió el título de Marqués de Pascual).

Lo que se anunció, se llevó a cabo dos días después -5 de mayo-, en el presbiterio de la iglesia-santuario de Nuestra Señora de la Mercè, que, luego (1918), fue elevada a la categoría de basílica. Después del canto solemne de la Salve Regina, se adelantaron los citados propietarios y entregaron a Don Bosco el documento de donación que conocemos.

Al entregárselo, el Presidente de las Conferencias -el mencionado don Manuel- dijo a Don Bosco: "Para perpetuar el recuerdo de vuestra visita a esta ciudad, se han reunido estos señores y, de común acuerdo, han determinado cederos la propiedad del monte Tibidabo, a fin de que en la cumbre del mismo -que amenazaba convertirse en un semillero de irreligión- se levante un santuario al Sagrado Corazón de Jesús, para mantener firme e indestructible la religión, que con tanto celo y ejemplo nos habéis predicado y que es noble herencia de nuestros padres" (MB 18, 113).

El texto que acabamos de leer está tomado de las Memorias Biográficas de San Juan Bosco, las cuales no acostumbran indicar la fuente de información.

El cronista, Carlos María Viglietti, describe así la reacción de Don Bosco: "A partir de Turín -dijo-, iba pensando en mi interior la manera de promover cada vez más la devoción al Sagrado Corazón de Jesús; y me decía: “ahora la iglesia de Roma está terminada; ¿dónde podré yo erigir al Divino Corazón algún otro monumento”?... ¡Ah, mis buenos señores! -añadía llorando-, ¡vosotros sois los instrumentos de Dios! La Providencia me decía Tibi-dabo, es decir: yo te buscaré un lugar donde puedas satisfacer tus deseos...¡Me manda a vosotros! Y yo, ayudado por vuestra caridad y vuestro celo, levantaré, con el tiempo, sobre este monte, un templo al Sagrado Corazón de Jesús, precisamente en una ciudad donde aún no tiene un monumento. Allí subirán los fieles..., tendrán facilidad para frecuentar los sacramentos; y a vosotros, señores, deberá Barcelona tan señalado beneficio, tal prueba de religiosa piedad” (Cronica, 5 mayo1886).

"Después Don Bosco -prosigue el cronista-, impartida la bendición a la inmensa multitud, fue acompañado a la sacristía, donde estampó su firma en un registro ad hoc, firmado por los más célebres visitantes de aquella iglesia" (Ibid.).

(El Boletín Salesiano reprodujo la fotografía de la firma de Don Bosco, pero, por desgracia, el citado registro desapareció en los acontecimientos del julio de 1936).

Al día siguiente, Don Bosco abandonaba Barcelona y, después de pasar la noche del 6 al 7 de mayo en Girona, atravesó la frontera por Port-Bou.

Aquel acto encendió la esperanza en muchos corazones católicos de Barcelona. Pero no faltó la nota displicente e irónica del periódico anticlerical titulado El Diluvio: "Varios propietarios del Tibidabo ofrecieron a Don Bosco unos terrenos para levantar en ellos un templo dedicado al Corazón de Jesús. Don Bosco aceptó el donativo. El santo derramó lágrimas de agradecimiento, y los propietarios derramaron palmos de terreno" (Jueves, 6 de mayo 1886, pág. 6315).

A este propósito, doña Dorotea de Chopitea tuvo un gesto genial. Antes de terminar el mes de mayo dispuso que comenzaran los trabajos para la construcción de una capillita, de estilo gótico, en la misma cumbre de la montaña. La conocemos bien. El 3 de julio se bendecía. De esta forma la señora quería declarar ante toda la ciudadanía de Barcelona que aquel lugar tenía ya un dueño...

Mientras tanto, ¿qué idea se fue formando Don Bosco sobre el destino concreto que podía dar al terreno que le habían regalado? En la carta abierta dirigida a los Cooperadores y Bienhechores de toda la Familia Salesiana en enero de 1887, escribía textualmente: "Por lo que toca a España (...), se nos dio también en propiedad gran parte de una vasta y alta montaña, llamada el monte Tibidabo, con el fin de elevar en su cumbre un santuario en honor del Sagrado Corazón de Jesús, con una casa contigua que deberá servir de seminario para nuestras misiones" (BS, enero 1887, 2).

Una vez más, lo mismo que en Roma, aquí también una casa contigua o aneja a la iglesia. Parece que a Don Bosco no le guste tener sólo una iglesia. Junto al lugar del culto, él necesita una obra benéfica o un centro de formación cristiana. Si en Roma soñaba con unas escuelas y un casal para la juventud del barrio, en Barcelona soñaba en un seminario destinado a la preparación de los futuros misioneros.

Con esto, Don Bosco nos revela otra de las grandes preocupaciones que le acompañó constantemente mientras estuvo entre nosotros: las misiones. Tan pronto como llegó a Sarriá, ya en la segunda noche, se puso a soñar en las misiones: y tuvo el sueño profético- misionero más importante de su vida. Y es que, algún tiempo antes, en 1875, había enviado sus primeros misioneros a Argentina. Y desde que, cuatro años más tarde (1879), atisbó la probabilidad de que su Congregación llegara a establecerse en España (en Utrera-Sevilla), acarició la idea que la España Salesiana se convirtiera como en una gran plataforma de lanzamiento de sus misioneros a tierras de Sudamérica. A la España Salesiana la entendía unida a la empresa misionera.


A partir hora comienza la historia de la transmisión de la propiedad a los salesianos. La hemos calificado de "tortuosa". Basta con recordar los momentos más importantes.

Primer momento. Por motivos que desconocemos, la escritura de venta (donación) de los terrenos del Tibidabo a favor de los salesianos se firmó muy tarde, después de dos años del acto de entrega en la iglesia de la Merced; es decir, el 18 de agosto de 1888. Tal vez, se llegó a dar este paso porque, con la autorización de los salesianos, el Gobernador Civil de Barcelona había levantado un pequeño pabellón para acoger en la cumbre a la reina regente, María Cristiana de Habsburgo a raíz de la inauguración de la citada Exposición Universal, en mayo de ese mismo año. El apoderado, designado por los propietarios oferentes para esta operación, fue Delfín Artós y Mornau.

Segundo momento. El proyecto de la Diputación de Barcelona de construir en la cima del Tibidabo un refugio montañero juntamente con un Observatorio Metereológico. El Gobierno Civil aceptó este proyecto y anunció la declaración de la cumbre como de Utilidad Pública, y, por tanto, sometida a la Ley de Expropiación Forzosa. Esto ocurría el 9 de octubre de 1890.

En consecuencia, el señor Artós, al ver que era ya imposible la construcción de la iglesia prevista, exigió –en fuerza de una de las cláusulas del instrumento de la venta-donación- la retrocesión de los terrenos. El superior de los salesianos, el mencionado Felipe Rinaldi, no tuvo más remedio que aceptar la nueva situación creada, aunque se reservaba el derecho de ponerlo en conocimiento del Rector Mayor y esperar su confirmación. Esto ocurría a los pocos días, el 22 de octubre.

Tercer momento. Como esa confirmación de parte del Rector Mayor -don Miguel Rua- no llegaba, todo el asunto quedó bloqueado por espacio de diez años, de 1890 a 1900. Ninguna de las partes quería ceder. Era una parálisis de muerte, porque el monte Tibidabo se iba revalorizando, y la cumbre era cada vez más apetecida y buscada por todos.



Cuarto momento. El 20 de febrero de 1899, el doctor Salvador Andreu y Grau (1841-1928) y sus colaboradores habían constituido la Sociedad Anónima El Tibidabo, la cual pretendía adquirir toda aquella cumbre, urbanizarla y explotarla con fines turísiticos.



Después de diversas gestiones, las partes implicadas llegaron a un acuerdo: la Sociedad Anónima se quedaba con toda la cumbre (es decir con las dos parcelas), pagando 10.000 pesetas de indemnización al señor Delfín Artós y concediendo a los salesianos los 6.000 metros cuadrados que pedían para la iglesia a cuya construcción se obligaban seriamente. Llevaron las gestiones el señor Ramón Macaya y Gibert, director de la empresa del Funicular y delegado de la Sociedad Tibidabo, y don Manuel Benito Hermida, benemérito superior de los Salesianos de Sarriá. La Escritura de Venta y Carta de Pago se firmaron en agosto de 1900.


Pero los acuerdos ya estaban tomados en el mes de mayo. Fue una "buena noticia" para los salesianos, quienes la consideraron como una gracia de la Virgen. "Durante la novena de María Auxiliadora -escribía uno de la comunidad al director del Boletín Salesiano-, nos han sido concedidos en propiedad, por la Sociedad del Ferrocarril Tibidabo, seis mil metros cuadrados de terreno (...) al objeto de construir allí un magnífico Templo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús" (BS, agosto 1900, 221).


Según esto, se comenzaba a capo (desde el principio). Como si catorce años antes -en mayo de 1886-, no hubiera ocurrido nada en el presbiterio de la iglesia de Nuestra Señora de la Merced...


Ahora podemos comprender, por una parte, la angustia de aquellos salesianos durante el decenio 1890-1900, cuando, humanamente hablando, no se veía que pudiera cumplirse la profecía hecha por su querido Padre y Fundador, Don Bosco; y, por otra, la inmensa alegría que experimentaron cuando vislumbraron que...¡sí!, que la profecía podía ser aún una hermosa realidad. Gracias, esta vez, a la intuición religiosa y turística de los señores de la Compañía Tibidabo...

Por eso el nuevo padre provincial, el italiano Antonio Aime -hombre de gran empuje y simpatía popular- se decidió a organizar todo para colocar la primera piedra en dicembre de 1902. Y es que tenía motivos más que sobrados para hablar -según hemos dicho- de "un nuovo miracolo del nostro Padre Don Bosco".


CONCLUSIÓN

Ya es hora de concluir esta lectio brevis...

Ahora me preguntaréis: <"¡Bueno! Después de toda la exposición histórica sobre Don Bosco y el Tibidabo, a qué conclusión llegamos?" Dentro de la opacidad, la ambigüedad y las contradicciones en que se mueve con frecuencia la vida de los hombres, cabe subrayar al menos tres puntos.

En primer lugar, hemos comprobado que nuestro Templo ha nacido de dos amores que albergaba el corazón de Don Bosco: amor al Sagrado Corazón de Jesús, y amor a los barceloneses, quienes le acogían como a un mensajero del Papa, y le pedían un lugar de culto, especialmente dedicado al cultivo de esta devoción.


En segundo lugar, hemos visto la fidelidad de la Familia Salesiana que, de una manera u otra, luchó para que la profecía del Padre no se perdiera para siempre.

En tercer lugar, hemos podido constatar el modo que tenía Don Bosco de enfocar y practicar la devoción al Corazón de Jesús. Todos saben que ésta no se ha entendido siempre de la misma manera. Una cosa fue en los tiempos de León XIII, y otra, después del Concilio Vaticano II (1962-1965), durante el pontificado de Juan Pablo II. Entre los salesianos, esta devoción asumió sus formas, digamos, típicas, en los años del rectorato del Beato Miguel Rua (1888-1910) y de su sucesor, don Pablo Álbera (1910-1921), e incluso también, en los de don Felipe Rinaldi (1922-1931).



El Corazón de Jesús de don Bosco es el Corazón del Buen Pastor, quien deja en seguro las 99 ovejas, y marcha en busca de la perdida. Y así, en Roma, junto a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, debía haber unas escuelas para los niños de la barriada, y, un internado para los huérfanos, y un casal para los muchachos de la parroquia, y, más tarde, una librería de propaganda católica. Y, en el Tibidabo, a ser posible no debía faltar un seminario para la formación de los futuros misioneros.

Es decir, en la devoción que practicaba San Juan Bosco hacia el Corazón de Jesús se unen espíritu y obras, mística y misión, contemplación y acción, muerte y vida. "Yo soy el buen pastor. El pastor bueno se desprende de su vida por las ovejas (...). Tengo otras ovejas que no son de este recinto; también a éstas tengo que conducirlas (...). Por eso me ama mi Padre, porque yo me desprendo de mi vida. Nadie me la quita, la doy yo voluntariamente" (Jo 10, 11-18). "Yo he venido para que vivan, y estén llenos de vida" (Jo 10, 10).



Don Bosco decía...



"Si queremos hacer muchas obras buenas en este mundo, es necesario que antes estemos unidos entre nosotros. En el momento de la muerte recogeremos el fruto de las buenas obras que hayamos sembrado durante nuestra vida en esta tierra."

Actualidad del SP

Elementos de Actualidad
en el Sistema Preventivo de Don Bosco

por Don Francesco Motto


Las modalidades innovadoras previstas por los organizadores de estas jornadas me eximen de exponeros una reflexión articulada sobre el tema que se me ha pedido (con abundante aparato bibliográfico), como es costumbre en los encuentros en los que un argumento es analizado bajo diversos puntos de vista por los diversos ponentes. Así sucedió, por ejemplo, en la semana XVIII de espiritualidad de la Familia Salesiana (1995), que estudió expresamente El sistema preventivo hacia el tercer milenio.


En este caso, en cambio, se me ha pedido simplemente presentar algunos "Elementos de actualidad en el Sistema Preventivo" (=SP), con el fin de ofrecer a los oyentes la posibilidad de un diálogo-confronto entre ellos y el contexto juvenil actual en que vivimos, entre ellos y las "propuestas-provocaciones" presentadas en esta misma sede.


Con la adopción de este método de trabajo podríamos también decir que estamos en sintonía con Don Bosco (=DB) desde el momento en que su "sistema" educativo, fundado sobre algunos principios generales, ha sido puesto en práctica, evaluado y perfeccionado en lo que ha sido definido el "laboratorio pedagógico" de Turín-Valdocco.


En el espacio de tiempo que se me ha concedido me limitaré a enunciar de forma rapsódica –es decir, sin una evidente y estrecha conexión lógico-lineal entre los diversos puntos – algunos "principios" pedagógicos, expresos e intencionales, del SP. De ellos indicaré, ante todo, la dimensión histórica y luego las posibilidades y las condiciones de actualización de los mismos, con el fin de indicar un camino de superación de las modalidades de actuación donbosquianas ya no de acuerdo con los tiempos.


Es evidente que, en el vasto panorama de Sistemas Preventivos antiguos y modernos –el Diccionario de ciencias de la educación presenta hasta 42 voces bajo la palabra "educación"- nos referiremos sólo al SP de DB, es decir, el pensado, practicado y propuesto por nuestro padre y fundador.


Premisa: SP actual porque está actualizado


Pero antes de seguir es necesario hacer alguna precisación más. Si es verdad que la historia –la ciencia que ayuda a comprender el pasado- no da recetas para el futuro (la historia no es proyecto), es igualmente verdad que la actualización –en cuanto comprensión del pasado en función de una puesta en práctica en el presente y de una proyección en el futuro- no puede cambiarse por invención, es decir, sin una conexión con la historia (la actualización no es creación ex novo).


Ahora bien, como es sabido, el SP de DB está definitivamente "fechado", en cuanto que está adecuado y conforme a un mundo que ya no existe; pero es siempre actual y vital, no porque así se afirma con frecuencia o se escribe en todas partes, sino únicamente porque está actualizado seriamente (renovado, "traducido", decodificado, inculturado, profundizado, repensado, integrado, actualizado...) a la luz de las problemáticas educativas modernas, obviamente desconocidas por Don Bosco.


Esto podrá suceder si se cumplen cuatro condiciones, dos positivas y dos negativas:


1. si el SP es acogido en su significado "histórico" en relación a sus tiempos e indefinidamente "historizado", teniendo presente que el significado que nosotros, hijos del siglo XX, damos al léxico donbosquiano del 800 no es con casi plena certeza el que daban y percibían DB, sus jóvenes y sus contemporáneos;


2. si se tienen en cuenta los progresos de las ciencias que están relacionadas con él y, sobre todo, tantas revoluciones que han cambiado el mundo y, con él, a los jóvenes;


3. si no será ideologizado, o sea, traducido a esquemas que absoluticen un aspecto como si fuese el todo: el SP es espiritualidad, pastoral, catequética, asistencia social, actividad lúdica, pedagogía, asistencia educativa y muchas otras cosas;


4. si no habrá demasiados "actualizadores" que lo "inventan" según su propio uso y consumo, acaso sobre la base de lecturas biográficas y bibliográficas ya superadísimas, o también de la cansada repetición de simples fórmulas y frases, acaso mal entendidas.


En síntesis, anticipando cuanto iré diciendo, se tratará, por parte de los educadores en acción y de los estudiosos, de desarrollar las grandes virtualidades del SP, de modernizar los principios, los conceptos, las orientaciones primigenias, de reinterpretar en el plano teórico y práctico, tanto las grandes ideas de fondo del SP que todos conocemos (la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas; la fe viva, la esperanza firme, la caridad teológico-pastoral; el buen cristiano y el honrado ciudadano; la alegría, el estudio y la piedad; las tres S; la piedad, moralidad, cultura, educación; la evangelización y civilización...), como las grandes orientaciones de método (hacerse amar antes de –si quieres, mejor que- hacerse temer; razón, religión, cariño; padre, hermano, amigo; familiaridad sobre todo en el recreo; ganarse el corazón; el educador consagrado al bien de sus alumnos; amplia librtad de saltar, correr, gritar a gusto...). Y todo esto para jóvenes "nuevos", llamados a vivir en una vastísima e inédita escala de situaciones y problemas, en tiempos completamente cambiados en los que las mismas ciencias humanas están en fase de reflexión crítica.


1. Educación preventiva en versión doble


Para las tres primeras ideas-fuerza partimos de cuanto escribe Don Bosco en una carta inédita de 1846 al alcalde y a las autoridades municipales de Turín:


"En estos tres lugares (de Turín) por medio de instrucciones, escuelas y recreos se inculcan constantemente las buenas costumbres, el amor al trabajo, el respeto a las autoridades y a las leyes según los principios de Nuestra Santa Religión Católica: hay escuelas dominicales sobre los principios de la lengua italiana, aritmética y sistema métrico (...). Se ha tenido que abrir un Internado para acoger de 25 a 30 jóvenes de los más abandonados y necesitados. Hasta ahora, todo se ha venido haciendo gracias a las ayudas de algunas personas Eclesiásticas y Seglares solícitas y caritativas (...), tendiendo dicha obra únicamente a impedir que la juventud quede apresada por el ocio, el desorden y la irreligión" ("Ricerche Storiche Salesiane", 43, 2003, n. 2 pp. 343-344).


El ser y el obrar de DB desde el principio manifiestan características asistenciales, sociales y pedagógicas. Para DB el presupuesto para un trabajo educativo verdadero y propio es la solicitud para satisfacer las necesidades fundamentales de los jóvenes: comida, vestido, alojamiento, seguridad, trabajo, desarrollo físico y psíquico, inserción social, un mínimo de valores, etc. Viene luego –pero los dos momentos no son cronológicamente separables- la educación verdadera y propia del joven, orientada a la promoción y a la expansión de la dimensión congnoscitiva, afectiva y ética: competencia decisional, capacidad de responsabilidad moral y civil, indispensable cultura de base y profesional, consciente y coherente compromiso religioso, etc.


Así, pues, el SP se articula en dos operaciones distintas: una asistencia que provee a las necesidades humanas primarias en el tentativo de prevenir los posibles peligros de malestar y toda forma de marginación humana cultural y social; y una prevención propiamente educativa (o también reeducativa) para una maduración social, moral y religiosa del joven.


Semejante discurso parece hoy todavía actual, considerando cómo, en consecuencia de las profundas transformaciones sucedidas en la sociedad, está en acto una decidida recuperación de los valores asistenciales y sociales del SP, como también de los valores propios de la esfera afectiva, emotiva, narural y sobrenatural.


Respecto a DB, han cambiado lógicamente las condiciones de su práctica y las versiones en que el SP se ha realizado. La intención pedagógica de DB se ha traducido en una variedad de iniciativas diversas de las actuales (o, de todos modos, concebidas de modo diverso de hoy) y en aplicaciones que han requerido metodologías adecuadas a la diversidad de las mismas; pero siempre dentro de una sociedad fundamentalmente homogénea o tenida por tal, por lo que resulta demasiado arduo el transplantar el mismo sistema a mundos heterogéneos.


Hoy el compromiso educativo se extiende cada vez más y los deberes del educador son cada vez más difíciles de cumplir y verificar. Si en otros tiempos había casi sólo el patio, la iglesia, el taller y la escuela, hoy estamos en presencia de diversos tipos de escuelas, de institutos educativos y terapéuticos, de comunidades de acogida para muchachos y jóvenes en dificultad, de centros de prevención contra la tóxicodependencia, de consultores, de intervenciones humanitarias para los jóvenes que viven en la calle, de campos para prófugos con gran número de muchachos y jóvenes, de centros de acogida para inmigrantes... Y todo esto dentro de una sociedad compleja y cosmopolita.


2. El espacio cada vez más "abierto" para una educación preventiva


DB llevó a la práctica su proyecto por medio de la cooperación de vastos círculos de personas. En la utopía de un movimiento vasto como el mundo soñó con la colaboración y la complementariedad de todos los católicos militantes y de todos los hombres de buena voluntad interesados por el futuro de la humanidad. Pero concretamente su experiencia se vivió en su mayor parte en un instituto: un sistema "institucional" cerrado, separado, apolítico, autónomo, donde todo se realizaba dentro de un preciso espacio educativo autosuficiente, donde los maestros oficialmente reconocidos eran DB y sus "hijos" y donde estaba vigente una única y simple cultura: la católica de la clase popular, cuya única aspiración era proveerse de medios suficientes de vida terrena, en espera del premio celestial para dicha vida.


Hoy, para poder practicar el SP, parece, en cambio, necesario la máxima implicación, con relativa responsabilidad moral, de todos los "agentes" de educación, deseando que fueran todos los adultos que, por diversos títulos, inciden en la educación de los jóvenes y sobre su capacidad de hacer opciones existenciales: padres, profesores, educadores, asistentes y agentes sociosanitarios, políticos, economistas, administradores de todos los niveles, agencias educativas, organizadores escolásticos, gestores de medios de comunicación de masa, asociaciones culturales, deportivas, de tiempo libre, religiones, Iglesias.


Para la valorización de la función educativa de tal galasia de adultos se requiere necesariamente un proyecto educativo, que contemple orientaciones éticas, instrumentos jurídicos, subsidios económicos, estructuras capaces de coordinar, poniéndolas sinérgicamente en red, todas las fuerzas activas disponibles para dar su aportación al crecimiento humano de la juventud. Formar alianzas compartiendo estrategias, tiempos, modalidades, comporta lógicamente no pequeñas dificultades, teniendo en cuenta la falta de homogeneidad y las divergencias de las fuerzas en cuestión. Pero se trata de una conditio sine qua non para recoger los frutos de nuestro compromiso educativo.


3. Un nuevo fundamento antropológico y teológico del "honrado ciudadano y buen cristiano"


El SP de DB se funda en una visión del hombre, del ciudadano y del cristiano tradicional, simple, propia de una época histórica que ya no es la nuestra y que hoy revela todos sus límites.


El honrado ciudadano del tercer milenio no es el que entendía DB, hijo de un tiempo en el que no se concebía una "política activa" sino como obra de una minoría rica privilegiada, de la que difícilmente habrían formado parte los preadolescentes pobres o de la clase media acogidos en sus casas. Ni siquiera es el que, en el análisis y en la valoración de las problemáticas y del malestar social, tiende, como DB, a buscar las causas únicamente en las responsabilidades morales y religiosas de cada uno y no en los condicionamientos y determinismos de índole económica, política, social, jurídica, etc. Y ni siquiera es sólo aquel más bien pasivo que obedece a las leyes, no da problemas a la justicia, piensa únicamente en "sus cosas".


El paso del absolutismo monárquico al parlamentarismo liberal antes y a la democracia después, el surgir de la "cuestión social" con el socialismo, el marxismo, el sindicalismo, la doctrina social de la Iglesia, la demanda universal de ciudadanía activa y democrática, etc., han dejado pesadamente su huella. Así como la dejan hoy el imparable avance del pluralismo, de la globalización, de las modernas tecnologías informáticas y telemáticas, de la pluricultura tan difundida.


En la misma perspectiva es evidente también que el buen cristiano de hoy ya no es el que concebía DB y tantos como él: un mínimo de formación religiosa, recepción consuetudinaria de los sacramentos, devociones a los santos como modelos e ideales de vida cristiana, lectura exclusiva de "buenos" libros, obediencia absoluta a las legítimas autoridades eclesiásticas dentro de la única arca de salvación (la Iglesia católica), una vida de progreso en las virtudes que luego se habría felizmente concluido con una muerte virtuosa. Un siglo de reflexión teológica y un Concilio Vaticano II habrían pasado en vano y la multirreligiosidad y multiconfesionalidad del mundo de hoy no indicarían nada.


Es preciso, pues, tener en cuenta que la bien conocida fórmula de "honrados ciudadanos y buenos cristianos" hay que refundarla hoy en el plano antropológico y en el teológico; hay que reinterpretarla histórica y políticamente.


Una renovada antropología debería individuar, entre los valores de la tradición, cuáles hay que subrayar en la sociedad postmoderna y cuáles otros nuevos, en cambio, hay que proponer; una renovada reflexión teológica debería precisar las relaciones entre fe y política, entre diversas fes; un renovado análisis histórico-político debería vincular educación y política, educación y compromiso social, política y sociedad civil. En otros términos deberían responder a las siguientes preguntas:


a. ¿qué significa ser "hombre", "mujer", "joven", "cristiano", "miembro de la Iglesia" en esta aurora del tercer milenio?


b. ¿qué significa hoy el concepto bisecular de "deber de ciudadano"? ¿Se corresponde –y en qué modo- con el moderno de "responsabilidad" moral y social a nivel supranacional?


c. ¿son aceptables todavía hoy, en un contexto secularizado, pluralista, pluriétnico y plurirreligioso, la subordinación del fin temporal al transcendente, la preeminencia de los valores individuales respecto de los sociales, de los factores religiosos respecto de los terrenos, de los elementos católicos respecto de los simplemente cristianos o ni siquiera cristianos, de los"valores" europeos respecto de los propios de otras áreas geográficas?


d. ¿cómo superar la casi total carencia en la experiencia donbosquiana –que con la intención de formar buenos ciudadanos tendía a "separar" a los educandos del contacto cotidiano con la realidad externa a la obra salesiana- de una educación verdadera y propia en lo "social" y en lo "político"?


e. ¿cómo llenar modernamente las enormes lagunas del SP de DB en tema de educación juvenil para la afectividad, la sexualidad, el amor humano, desde el momento que éste, practicado en un ambiente no mixto según la costumbre de los tiempos, estuvo siempre al reparo reticente, únicamente orientado al simple control y al "silencio", aunque hiciera del "cariño" uno de sus puntos fundamentales?


4. Atención pedagógica y psicológica


Escribía DB en 1862, haciendo el balance de 20 años de trabajo entre los jóvenes:

"Para conocer los resultados obtenidos de estas escuelas, de los Oratorios y de la casa llamada Oratorio de San Francisco de Sales, es preciso dividir en tres clases a los alumnos: díscolos, disipados y buenos. Los buenos se conservan y progresan en el bien de forma maravillosa. Los disipados, es decir, aquellos ya acostumbrados a vagabundear, poco a trabajar, se reducen también a buenos resultados con el arte, con la asistencia, con la instrucción y con la ocupación. Los díscolos dan mucho que hacer; si se puede lograr que adquieran un poco de gusto por el trabajo, generalmente se les gana. Con los medios indicados se pudieron obtener algunos resultados que se pueden expresar así: 1º. que no se hacen peores; 2º. muchos se reducen a asentar el juicio, por tanto, a ganarse el pan honradamente; 3º. aquellos que bajo la vigilancia parecían insensibles, con el tiempo se hacen, si no en todo al menos en parte, más dóciles. Se deja al tiempo que haga provechosos los buenos principios que pudieron conocer cómo debían ser practicados" (P. Braido, Don Bosco per i giovani: l’"Oratorio", una Congregazione degli Oratori. Documenti in Piccola Biblioteca dell’ISS, n. 9, pp. 74-75).


En la descripción de la tipología juvenil, DB recurre normalmente a fórmulas breves como la ya citada, fruto casi únicamente de su directa experiencia. No pudiendo apoyarse en las ciencias psico-pedagógicas entonces en sus inicios, no teniendo estudios personales específicos al respecto, su cuadro de referencia para el análisis social en el que se movía carecía de criterios aptos para actuar en el plano estructural. Por eso se "consagró" a la educación de cada joven, ordinariamente acogido en su instituto y, por tanto, "protegido" en el plano físico, psíquico, intelectual y espiritual.


Hoy todas las fuerzas que pretenden rehacerse al SP tienen necesidad de apelar a un cuadro teórico de referencia amplio y articulado, modulado sobre las exigencias de nuestros días. Piénsese sólo en los mundos evocados por términos como mutación antropológica, ‘desconstrucción del pensamiento’, código ético universal, tolerancia, globalización, interdependencia, interculturalidad, plurietnicidad, nuevas pedagogías...


Hoy sobre las reales condiciones juveniles –siempre cambiantes y diversificadas por situaciones y problemas- se pueden tener informaciones sistemáticas gracias a instrumentos refinados de investigación y de análisis sociológico y psicológico. Y estas informaciones nos dicen que la edad juvenil se ha ampliado enormemente y que en las actuales condiciones juveniles y en el contexto de conflicto en que crecen serían considerados "abandonados", "peligrosos y en peligro (=en dificultad)" para decirlo con DB, casi todos los jóvenes del mundo. Lo mismo se puede afirmar acerca de las efectivas "potencialidades" del niño, muchacho, adolescente, joven-adulto, para los que se pone en práctica el proceso educativo.


Se sigue de ello la posibilidad de una mayor personalización del joven en relación con la "libertad" efectiva del educando, con sus demandas de autonomía para escoger objetivos y medios para alcanzarlos, con las "energías" de que es portador (vitalidad, idealismo, deseos, y también inquietudes, contradicciones, razones, pasiones) que deben ser respetadas y ayudadas a desarrollarse con recursos y modalidades diferenciadas en las diversas estaciones de la vida. Es deseable un aprecio más positivo y una más explícita utilización de las energías interiores del joven, con el recurso acrecentado a las autonomías personales y de grupo en la cooperación educativa. Se seguirá de ello también una mayor atención al pluralismo educativo en el que los jóvenes crecen.


5. Santidad y salvación


En la teleología pedagógica donbosquiana la salvación del alma es el motivo inspirador que da vida a su dinamismo y a su método educativo, en plena sintonía con la pastoral del 800, que del ansia por la salvación hacía un imperativo categórico del propio obrar.


El fin último de la educación preventiva de DB –que hoy definiríamos una existencia humana individual, social y religiosa lograda- está históricamente expresado en la clásica fórmula de "salvación del alma". Ésta es el punto de llegada de un largo camino iniciado en esta tierra a través de una vida de gracia de la que es garante la Iglesia, que puede crecer hasta formas heroicas de amor de Dios y del prójimo. En tal caso estamos frente a la santidad de altar, a la santidad canonizada.


Pero santidad igualmente verdadera y propia, la más difundida –la "ferial" para permanecer en el tema de estas jornadas- es también la de quien vive en estado de gracia habitual porque ha logrado, con su esfuerzo personal y con la ayuda del Espíritu, evitar el pecado en las formas más comunes de los jóvenes: malos compañeros, malas conversaciones, impureza, escándalo, robo, intemperancia, soberbia, respeto humano, faltar a los deberes religiosos...


La capacidad de conseguir tal "salvación-santidad" está condicionada por las diversas disposiciones o disponibilidades de las indicadas categorías de jóvenes "díscolos, disipados, buenos". Por tanto, es sabia pedagogía la del SP de DB, que, en relación con las diversas capacidades de comprender, asimilar y vivir, actúa con gradualidad, diferenciación jerarquización de fines, de contenidos y de propuestas.


Pero también la "santidad" tout court no es un objetivo propuesto a cualquier muchacho "bueno", a cualquier élite aristocrática, sino a todos los jóvenes de Valdocco, estudiantes y artesanos indiferentemente: "es voluntad de Dios que todos seamos santos; es fácil conseguirlo; a los santos les está preparado un gran premio en el cielo". Sólo que los mejores tomaron al pie de la letra tal vocación; uno por todos, Domingo Savio, que había vivido en el "pequeño seminario de Valdocco" ("yo siento la necesidad de hacerme santo, y si no me hago santo, nada hago. Dios quiere que sea santo y yo he de hacerme tal"); otros lo realizaron de forma apreciable (Francisco Besucco, Miguel Magone), otros como podían. Y será luego DB quien indicará a cada uno el itinerario adecuado, desde las formas más altas de constante contacto con el Señor a otras, más sencillas, de cumplimiento del propio deber cotidiano.


6. El conocido trinomio


a. El educador en sintonía con DB cree que la razón es don de Dios y gracias a ella se pueden descubrir los valores del bien, fijar los objetivos que conseguir y encontrar los medios y los modos para conseguirlos. A la razón y a la racionabilidad (que se hace fácilmente sentido común, sano realismo, auténtico respeto de las personas) se une la capacidad del educador de adaptarse a los diversos ambientes y situaciones en que está trabajando, de prestar una atención diversa a cada uno de los jóvenes. En el SP la razón aparece como un medio educativo fundamental en cuanto que ella debe dominar siempre sobre el planteamiento violento, sobre la aceptación indiscutida del mandato. Una razón que debe ser también educada por medio del estudio, la escuela, la instrucción, respetuosa de los valores humanos y cristianos. En la introducción de uno de sus primeros libros, la Historia Sagrada, DB escribió: "En cada pagina tuve siempre fijo el principio: iluminar la mente para hacer bueno el corazón".


Pero también la razón, como las otras dos palabras del trinomio, deben ser releídas a la luz de evidentes revoluciones de conceptos y de mantalidades. En la época de DB y en gran parte del siglo sucesivo, la "cultura" salesiana se ha manifestado muy tradicional, conservadora, y ordinariamente sólo funcional en orden a una profesión estudiantil o artesana; también la modalidad de transmisión de tal "cultura" ha sido prevalentemente autoritaria, cerrada a lecturas libres, a la búsqueda personal, al confronto y al debate.


Hoy, frente a la racionalidad tecnológica, de la evasión en lo emocional inmediato, de la llegada del "pensamiento débil" y juntamente con la demanda de "pensamiento crítico" dentro de una "sociedad líquida", la razón está invitada a recuperar la plenitud de su significado y de sus funciones: observar, reflexionar, comprender, probar, verificar, cambiar, adaptarse, decidir, desarrollar, asimilar prontamente, y de modo flexible, todas las propuestas y las sugerencias provenientes del "campo de trabajo educativo" y de la reflexión académica.


Y es precisamente con la "razón" con la que se construye la antropología actualizada e integral de la que hemos hablado, con la que el educador lee atentamente los signos de los tiempos y deduce sus valores emergentes que atraen hoy a los jóvenes: la paz, la libertad, la justicia, la solidaridad, la participación, la promoción de la mujer, las urgencias ecológicas...

b. La forma más alta de la razón-racionabilidad humana es la aceptación del misterio de Dios. Para DB la religión constituye el objetivo máximo, el elemento unificador de todo su sistema de educación. La religión, entendida sea como religiosidad o como religión positiva, se pone en la cumbre del proceso educativo, pero al mismo tiempo es instrumento de educación, funcional para una vida cristiana orientada a la comunicación con Dios creador y Jesús redentor. DB está convencido de que no es posible una verdadera educación sin una apertura a lo transcendente.


No se trata de una religión especulativa y abstracta, sino de una fe viva, arraigada en la realidad, hecha de presencia y de comunión, de escucha y de docilidad a la gracia. No por nada "las columnas" del edificio educativo son la Eucaristía, la Penitencia, la devoción a la Virgen, el amor a la Iglesia y a sus pastores. La educación es entonces un "itinerario" de oración, de liturgia, de vida sacramental, de dirección espiritual: para algunos, respuesta a la vocación de especial consagración; para todos, la perspectiva y el logro de la santidad.


Lo que fue la preocupación de DB frente a los fenómenos del indiferentismo, del anticlericalismo, de la irreligiosidad, del proselitismo protestante, del paganismo, no debería ser muy diversa de la de los educadores de hoy, a los cuales se pide una confrontación mucho más sólida y profunda entre cultura y fe, aunque no fuera más que por el hecho de que entre ellos y Don Bosco se coloca, como ya se ha dicho, el siglo que ha visto el modernismo, el movimiento litúrgico, la fundación y el reforzamiento de la moral y de la espiritualidad, la vuelta a las fuentes del mensaje cristiano anunciado en la Escritura, el Concilio Vaticano II, el ecumenismo, el redescubrimiento del papel de los seglares en la Iglesia...; y también, contemporáneamente, guerras y revoluciones políticas y sociales de dimensiones planetarias, difusión de una mentalidad relativista en los campos tanto del saber como del vivir, fundamentalismos y cortocircuitos entre religión, estado, política, crisis del derecho internacional...


c. El término cariño ("amorevolezza") es omnipresente en la literatura salesiana, aunque entendido con modalidades diversas. Está constituido por una verdadera disponibilidad hacia los jóvenes, simpatía profunda por ellos, capacidad de diálogo, bondad, cordialidad, comprensión. Propio del educador preventivo, se traduce en el compromiso de ser una persona "consagrada" al bien de los educandos, siempre presente en medio de ellos, dispuesta a afrontar sacrificios y trabajos en el cumplimiento de la propia misión.


Hemos llegado así a otro término "mítico": la asistencia, muchas veces únicamente entendida como fastidiante y omnipresencia física en condiciones de defender a un menor y proteger a un débil indefenso, sin poner suficiente atención al peligro de bloquear el natural y legítimo proceso de autonomía en maduración.


En la perspectiva del cariño quedan privilegiadas las relaciones personales. A DB le gusta usar el término familiaridad para definir la relación correcta entre educadores y jóvenes. El cuadro de las finalidades que se quieren alcanzar, el programa y las orientaciones metodológicas que seguir, adquieren sentido concreto y eficacia, si están marcados con genuino espíritu de familia, es decir, vividos en ambientes serenos, alegres, estimulantes. A este propósito hay que recordar al menos el amplio espacio y la dignidad dados por DB al momento de la recreación, al deporte, a la música, al teatro y al patio. Es en la espontaneidad y la alegría de las relaciones donde el educador sagaz encuentra modos de intervención, tan sencillos en las expresiones como eficaces en los resultados para la continuidad y para el clima de amistad en que se realizan. Para no hablar de la experiencia de grupo, elemento fundamental de la tradición pedagógica salesiana.


Hoy el cariño tradicional debería ser repensado tanto acerca de sus fundamentos como en sus contenidos y en sus manifestaciones. Lo exigen la inédita relación entre adultos y jóvenes y la autoconciencia de éstos, cada vez más atentos a dejarse "capturar" afectiva y peligrosamente por los adultos (pedofilia), la crítica situación de sus familias, caracterizada por la falta de relaciones fraternas (hijos únicos), de constante presencia de la madre (inserta en el mercado del trabajo), de relaciones duraderas entre los padres (divorcios, separaciones).

Se hace así mucho más necesario "inventar una concreta y articulada ‘pedagogía preventiva familiar’, que vuelva a aplicar, con especial preocupación crítica, en situaciones ya cambiadas, los conceptos claves del ‘sistema’, en especial el problemático ‘cariño’, oscilante entre creatividad afectiva, sentido tranquilizador de pertenencia, captatividad ansiosa, violencia" (P. Braido, Prevenir, no reprimir, CCS, Madrid, 2001, p. 444).


Y como el mismo "espíritu de familia", revivido y actualizado, debería superar las formas de paternalismo y de familiarismo propias del pasado para llegar a actuar relaciones "libres" y liberadoras, auténticamente personalizantes, también "la asistencia", entendida como "cerrazón de puertas y ventanas" del ambiente juvenil y presencia constante del educador al lado del joven, debería contar con jóvenes que autónomamente navegan en Internet, se comunican con móviles, se relacionan con centenares de canales televisivos, se encuentran donde y como quieren.


Así también para responder a las legítimas, explícitas y cada vez más frecuentes demandas de formas de activismo, de autogobierno, de autogestión, el SP debería provechosamente y en los límites de lo posible conjugarse con ellas, valorándolas con atención y satisfaciéndolas en las formas más idóneas.


7. Educador padre, hermano y amigo


La eficacia del SP está en la capacidad del educador: programar, actuar, controlar los contenidos de la propia intervención; en otros términos: saber exactamente qué quiere, qué hay que hacer y buscar. En cierto modo se podría decir que el SP es el educador. La expresión podría parecer exagerada si no fuese porque en la mente de Don Bosco el educador es el detentor incontestado de todo el sistema.

El primer deber del educador es, pues, el de estar allí y no estar fuera del campo donde está en juego la educación. Si es verdad que en el educando se dan todas las disposiciones para realizar su vida plena, es igualmente verdad que, dejado a sí mismo, podría correr el peligro de no actuar todas o completamente sus posibilidades de crecimiento.


El educador seguro y asegurador, consciente del propio deber y responsable, con autoridad, aunque no autoritario, trata de instaurar un auténtico diálogo y una constructiva confrontación con un joven. Vitalmente implicado en la relación educativa, su personalidad, su pasado, sus miedos, sus ansias inciden en la formación del educando. Es su obra la que educa.


Hoy, lo acabamos de decir, las relaciones jóvenes-adulto se han transformado profundamente respecto de lo que eran en los tiempos de DB, lo cual comporta también en esta perspectiva un modo radicalmente nuevo de interpretar y experimentar la idea y el papel mismo de educador "padre", "hermano" y "amigo". Ante todo, es necesario que, no considerándose ya posesor e intérprete único del sistema, y así imponer o proponer certezas preconfeccionadas, él se sienta capaz de interpretar las necesidades juveniles difícilmente expresables por ellos mismos, de acompañarlos en su no fácil búsqueda de las respuestas a las preguntas fundamentales de la vida, de respetarlos en su derecho de ser y sentirse protagonistas, de reducir la propia función predominante para educarse mientras educa, sea en el terreno fácil de la confrontación, sea en el más difícil, pero igualmente útil, del inevitable choque.


En el educador el joven no busca ya tanto al padre que piensa en todo en su lugar, al amigo que le organiza el tiempo libre, al hermano que se interesa por su crecimiento, al adulto que imparte órdenes, o al vigilante que amenaza castigos, sino al hombre capaz de ponerse a su lado, más atento a su persona que a las exigencias genéricas de la educación, más disponible para ofrecerle una aportación positiva para el desarrollo de sus potencialidades no manifestadas, que atento a neutralizar únicamente los elementos negativos y contraproducentes.

Conclusión


No queda sino concluir cómo hoy parece necesario no sólo el reclamo y la profundización del concepto restrictivo del SP, cuanto el reclamo y la profundización de la prevención como intervención meditada, precoz y difusa, que promueva series de iniciativas aptas a orientar los recursos de las diversas etapas juveniles hacia proyectos estimulantes y válidos, a predisponer para ellas oportunidades de crecimiento tales que no sólo favorezcan el conocimiento del mundo y de las cosas –a éstas provee más que suficientemente el internet-, sino sobre todo que hagan crecer su sentido de la vida y el gusto del bien y de lo positivo.


Educar en estos escenarios proponiendo experiencias válidas e implicantes; hacer crecer a los jóvenes desde dentro apoyándose en la libertad interior y contrastando los condicionamientos exteriores; "conquistar el corazón" de los jóvenes para comprometerlos serenamente por los valores, corrigiendo las desviaciones y conteniendo sus pasiones; prepararlos al futuro juntando la formación de la mente con la adquisición de habilidades operativas; llegar adonde nacen y se arraigan los comportamientos de los jóvenes para desarrollar en ellos una personalidad capaz de decisiones propias y de discernimiento; capacitarlos a los jóvenes para el sentido concreto de la vida social y eclesial: he ahí el difícil deber del educador que quiere inspirarse en el SP de DB.


Las raíces son sólidas, las fuentes limpias y de ellas puede renacer, en formas ricas de futuro, aquel actualizado "Nuevo Sistema Preventivo" deseado ya por el Rector Mayor Don Egidio Viganò, aunque todavía no compuesto orgánicamente. Podrá surgir gracias al esfuerzo conjunto de grupos preparados y de reuniones no sólo jurídicamente "autorizadas", en las que estén necesariamente implicados SDB, FMA, Cooperadores Salesianos, Antiguos Alumnos, grupos de la Familia Salesiana, con la ayuda de historiadores, teólogos, espiritualistas, pedagogistas, educadores y pastores. A una "Nueva Educación" que debe responder a la "Nueva Evangelización", no puede faltar la aportación conspicua de un "Nuevo Sistema Preventivo".


Bibliografía reciente
El volumen científico que hemos utilizado más en esta ponencia es P. Braido, Prevenir, no reprimir. El sistema educativo de Don Bosco (=ISS, Studi, 11 marzo 2000; CCS, Madrid 2000), en especial el capítulo conclusivo (pp. 416-445); lo mismo se diga del volumen divulgativo de F, Motto, Un sistema educativo sempre attuale, Turín, LDC 2000 (introductivo para una serie de otros nueve). También divulgativo C. Nanni, Il Sistema poreventivo di Don Bosco. Prove di rilettura per l’oggi, LDC 2003. Siempre útil Martinelli – G. Cherubin, Il sistema preventivo verso il terzo millennio, Atti della XVII settimana di spiritualità della Famiglia Salesiana, Roma 1995.
Para las fuentes véase P. Braido (ed.), Don Bosco educatore. Scrittti e testimonianze (=ISS, fuentes, serie primera, 9), Roma LAS, 1997. Para la literatura sobre el SP en general, véanse dos repertorios bibliográficos editados por el ISS: Bibliografia generale di Don Bosco: vol. 1º. Bibliografia italiana 1844-1992, de S. Gianotti, Roma, LAS 1996; vol. 2º. Deutschsprachige Don-Bosco-Literatur 1883-1994, zusammengestellt von H. Diekmann, Roma, LAS 1997. Bibliografía actualizada se puede encontrar en el volumen de P. Ruffinatto, La relazione educativa. Orientamenti ed esperienze delle Figlie di Maria Ausiliatrice (=Il Prisma, n. 28), Roma, LAS 2003. Una constante actualización la ofrecen los repertorios editados en "Ricerche Storiche Salesiane".
En cuanto a problemáticas educativas específicas véanse las diversas voces en el Dizionario di scienze dell’educazione (coord. J. M. Prellezo, Roma, LDC-LAS-SEI 1997).

Nª Sª de Sheshan


Oración de Benedicto XVI
a Nuestra Señora Auxilio de los Cristianos
que se venera en el
santuario mariano de Sheshan (Shangai)


Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada con el título de Auxilio de los Cristianos
en el Santuario de Sheshan,
hoy venimos ante ti
para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor,
para que sea siempre fermento de convivencia armónica
entre todos los ciudadanos.
Con el dócil Sí pronunciado en Nazaret
tú aceptaste que el Hijo eterno de Dios
se encarnara en tu seno virginal
iniciando así en la historia la obra de la Redención,
en la que cooperaste después con solícita dedicación,
dejando que la espada del dolor traspasase tu alma,
hasta la hora suprema de la Cruz,
cuando en el Calvario permaneciste erguida junto a tu Hijo,
que moría para que el hombre viviese.
Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva,
Madre de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe,
y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza,
que en la oscuridad del Sábado Santo
saliste al encuentro de la mañana de Pascua
con confianza inquebrantable,
concede a tus hijos
la capacidad de discernir en cualquier situación,
incluso en las más tenebrosas,
los signos de la presencia amorosa de Dios.
Señora nuestra de Sheshan,
alienta el compromiso de quienes
en medio de las fatigas cotidianas,
siguen creyendo, esperando y amando,
para que nunca teman
hablar de Jesús al mundo
y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario,
tú muestras a tu Hijo al mundo
con los brazos abiertos en un gesto de amor.
Ayuda a los católicos
a ser siempre testigos creíbles de este amor,
manteniéndose unidos a la roca de Pedro
sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre, ruega por nosotros
ahora y siempre.
Amén

Novena de confianza


Madre amable de mi vida
auxilio de los cristianos,
la pena que me atormenta,
pongo en tus divinas manos.

Dios te salve María...

Tú que sabes mis congojas,
pues todas te las confío,
da la paz a los turbados
y alivia el corazón mío.

Dios te salve María...

Y aunque tu amor no merezco,
no recurriré a Ti en vano,
pues eres madre de Dios
y auxilio de los cristianos.

Dios te salve María...

Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a tu protección
haya sido abandonado;
animado con esta confianza,
me presento a ti. ¡Oh Madre de Dios!,
no desoigas mis súplicas;
escúchalas y acógelas benignamente,
¡oh clemente, oh dulce Virgen María!

Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia...

Ofrecimiento



Enséñame, oh María Auxiliadora, a ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños, en el descuido de otros, en la falta de sinceridad de aquellos en quienes creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.

Ayúdame a olvidarme de mí mismo para pensar en la felicidad de otros; a ocultar mis pequeños sufrimientos de tal modo que sea yo el único que los padezca.

Enséñame a sacar provecho de ellos, a usarlos de tal modo que me suavicen, no me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me hagan amplio en mi clemencia y no estrecho y despótico. Que nadie sea menos bueno, menos sincero, menos amable, menos noble, menos santo por haber sido mi compañero de viaje en el camino hacia la vida eterna. Amén.