La oración de los cinco dedos....

1. El dedo pulgar es el que está más cerca de tí. Así que comienza orando por aquéllos que están más unidos a tí. Son los más fáciles de recordar. Orar por los que amamos es "una dulce tarea."


2. El próximo dedo es el índice: Ora por los que enseñan, instruyen y curan. Ellos necesitan apoyo y sabiduría al conducir a otros por la dirección correcta. Manténlos en tus oraciones.


3. El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes, a los gobernantes, a quienes tienen autoridad. Ellos necesitan la dirección divina.


4. El próximo dedo es el del anillo. Sorprendentemente, éste es nuestro dedo más débil. El nos recuerda orar por los débiles, enfermos o atormentados por problemas. Ellos necesitan tus oraciones.


5. Y finalmente tenemos nuestro dedo pequeño, el más pequeño de todos. El meñique debería recordarte orar por tí mismo. Cuando hayas terminado de orar por los primeros cuatro grupos, tus propias necesidades aparecerán en una perspectiva correcta y estarás preparado para orar por tí mismo de una manera más efectiva.

Oración ante la cruz


por Javier Leoz

Ante ti, oh cruz,

aprendo lo que el mundo me esconde:

que la vida, sin sacrificio, no tiene valor

y que la sabiduría, sin tu ciencia, es incompleta.

Eres, oh cruz, un libro

en el que siempre se encuentra una sólida respuesta.

Eres fortaleza

que invita a seguir adelante;

a sacar pecho ante situaciones inciertas;

y a ofrecer el hombro y el rostro

por una humanidad mendiga y necesitada de amor.

Ahí te vemos, oh Cristo,

abierto en tu costado

y derramando, hasta el último instante,

sangre de tu sangre hasta la última gota

para que nunca a este mundo que vivimos

nos falte una transfusión de tu gracia,

un hálito de tu ternura,

de tu presencia,

una palabra que nos incite

a levantar nuestra cabeza hacia lo alto.

En ti, oh cruz,

contemplamos la humildad en extremo;

la obediencia y el silencio confiado

la fortaleza y la paciencia del Siervo doliente;

la comprensión de Aquel que es incomprendido;

el perdón de Aquel que es ajusticiado.

En ti, oh cruz,

el misterio es iluminado

aunque, en ti,

Jesús siga siendo un misterio.

Amén