Francisco salesiano

Por Mirta Paz
Presidente del Directorio Nacional ADS (Argentina)


Queremos compartir con todas Uds. la incontenible emoción y enorme alegría con que el trece de marzo nos vimos sorprendidas nosotras y todos los argentinos, al recibir la buena nueva que nuestro querido compatriota Cardenal Jorge Mario Bergoglio es hoy nuestro Santo Padre Francisco.

Si bien pertenece a la orden Jesuita, nos enorgullece saber que su corazón es un poquito salesiano. Recorriendo algo de la historia de su vida, como tal vez ya la hayan podido conocer por publicaciones en infinidad de medios, sabemos que Su Santidad Francisco, nació en Buenos Aires, en el barrio de Flores, fue bautizado en la Basílica de María Auxiliadora de Almagro y que su equipo de futbol favorito es precisamente San Lorenzo de Almagro, fundado por el Padre Lorenzo Masa, también salesiano.

Y hay más… En el año 1949 cursó el 6to. grado “B”, en nuestra casa salesiana de Ramos Mejía Vilfrid Baron, en donde su hermano Oscar cursó ese mismo año el 5to. grado “A”. Con lo cual podemos decir que Francisco ¡es ex alumno de nuestra casa! Sabiendo de su enorme espiritualidad, humildad, compromiso con los más necesitados, austeridad, serenidad, disposición a la escucha y tantas otras hermosas virtudes cristianas, no está de más pensar que la semilla salesiana está desde aquel tiempo en su corazón y que nuestro Padre San Juan Bosco formara parte de su más joven inspiración.

Somos testigos conmovidas del amor con que mencionaba a Don Bosco y a su guía y sostén María Auxiliadora, cuando celebraba las Misas de los 24 de Mayo en ocasión de la Fiesta de Nuestra Madre en la Basílica de Almagro como solía hacer en los años en que fuera el Arzobispo de Buenos Aires.

Su dedicado y fructífero servicio a la Iglesia en la Argentina y en Latinoamérica y la entrega sin condición de sí mismo a los demás, nos hacen aseverar sin duda, que Dios ha sido muy generoso con su pueblo universal, por el inmenso regalo de la inspirada elección de Francisco como sucesor de Pedro. Cómo él mismo nos pidiera en su primera aparición, con tanta humildad conmovedora, no olvidemos cada día de ponerlo en nuestras oraciones para que el Espíritu Santo, fuente de toda Bondad, Belleza y Verdad, lo guíe y lo fortalezca en la difícil tarea de llevar adelante a su tan amada Iglesia.